En entrevista, Corcobado compartió que el tour de 2018 tendrá similitudes con el de 1992.
Nacho Colis, Javier Arnal y una orquesta conformada por músicos mexicanos y españoles acompañarán a Javier Corcobado este 6 de abril en el Metropólitan.
Durante la edición 2017 del festival Vive Latino, presencié el número de Javier Corcobado en la Carpa Intolerante, ahí observé y escuché a personas que afirmaban haber pagado el boleto únicamente para escucharlo.
Me acerqué a una chica que fumaba para saber si podía venderme un cigarrillo, me respondió que sí, pero al preguntarle cuánto le debía me contestó con otra interrogación: «¿Vienes a ver a Corcobado?», afirmé y ella concluyó: «Entonces no me debes nada».
Casi al final del espectáculo, cuando «Caballitos de Anís» reventó la carpa, otra chica que estaba a mi lado me obsequió casi la mitad de su cerveza sin que yo se lo pidiera, para brindar y celebrar el estar escuchando en vivo al Duque del Ruido. Definitivamente, el escenario en el que yo hallé más hermandad fue donde se presentó Javier Corcobado.
Este 6 de abril, Javier Corcobado ―artista nacido en Alemania y nacionalizado español― iniciará una amplia gira por México acompañado por una gran orquesta conformada por músicos mexicanos y españoles, en lo que promete ser un show que incluirá la ejecución de sus más grandes éxitos, así como temas de su último álbum Mujer y Victoria.
El tour continuará en diversas ciudades del país como Aguascalientes (7 de abril) Querétaro (8 de abril), Toluca (9 de abril), Texcoco (14 de abril), Morelia (15 de abril), Guadalajara (19 de abril), Pachuca (20 de abril) Puebla (27 abril) y Monterrey (28 de abril).
A propósito de esta visita, Corcobado compartió con Hoy Novedades que sus números musicales en este 2018 tendrán curiosas similitudes con el primer tour que realizó hace ya 26 años, cuando vino únicamente con su guitarrista Javier Arnal, en un espectáculo que solo incluyó guitarra y voz.
Esta vez se presentará acompañado de orquesta, ha optado por no usar el formato de rock, pues está muy cansado de bajos y guitarras eléctricas, por lo que a Arnal, se sumará la batería de Nacho Colis, y destacó que habrá algunas melodías de su concierto de 1992 que se repetirán el próximo viernes en el Teatro Metropólitan.
En lo personal, el autor de «Chatarra de sangre y cielo» reflexionó que hoy día, con 54 años, está muchísimo mejor que en el 92, pues ha vivido y superado muchas cosas, ha conocido mejor sus excesos y sus límites, tanto en salud como en todo, y aseguró que envejecer es lo mejor que hay, siempre y cuando se haga gimnasia mental.
«Creo que envejecer es muy hermoso, a mí me ha hecho mucho bien. Yo afortunadamente pude decir que derroché muchísima juventud, siempre tuve una resistencia bastante importante, sobre todo una capacidad de levantarme después de la caída, de resurgir de las cenizas como el Ave Fénix, pero ahora ya no tanto (risas)».
En marzo del año pasado, tocó algunas canciones de su álbum Mujer y Victoria en el festival Vive Latino y en noviembre regresó con pequeñas presentaciones de su poemario Dios perdona a Satanás, ante ello, compartió en la plática que es adicto a México, pues desde la primera vez que vino a este país, quedó cautivado.
«Yo siempre dije que el surrealismo no lo inventó André Bretón, ni Dalí, ni Buñuel, ni todos los surrealistas, sino que el surrealismo es el mismo México, eso es México».
Consideró que todos los artistas mexicanos supieron, de alguna manera, crear un movimiento artístico, que a él lo cautivó en todos sus aspectos: ocultos, desagradables y divertidos, aspectos fundamentales que lo hicieron sentir muy identificado con los mexicanos, por lo que, aseguró, tiene algo de México en su sangre.
«Allá en Bilbao, voy con un amigo a cantar rancheras todos los jueves por la noche y me fascina, cuando me pongo a cantar una (…) me pasa como Rocío Durcal, que era española, se puso a cantar rancheras y de repente se hizo aquí famosísima, actuó hasta en los palenques y en todo, yo lo disfruto, México es adictivo, en el buen sentido, para mí».
En respuesta a por qué rompió en llanto al cantar «Un mundo raro» en la Carpa Intolerante, Javier Corcobado compartió que él se involucra en el papel de la canción, que es como ser un actor, habiendo aprendido con el método Stanislavski, es decir, se mete absolutamente en la historia que cuenta la melodía.
«Si uno la canta como José Alfredo es muy emocionante también, mucho, además hace como un gemido en algunas de sus versiones. Yo la siento así, si no, no la puedo cantar, si no llegara a esa especie de catarsis en las canciones yo no podría cantar una canción que no la sienta, que no me diga nada».
Para Javier Corcobado un escenario es sagrado, por lo que entonar piezas tan sentimentales como «Dientes de mezcal» es como meterse en la niebla, cerrar los ojos y escuchar los primeros acordes; así, en conjunto con los músicos, quienes arropan la canción y recrean un escenario, es posible rodar una película y cantarla en tres o cuatro minutos.
Paralelo a su música, explicó que también hay poemas que ha escrito motivado por el caos de la Ciudad de México, prueba de ello es Yo quisiera ser un perro, antología poética que se publicó en 2007, así como Cartas a una revista pornográfica viuda, libro del cual un porcentaje alto fue escrito en México.
Para cerrar la plática, Javier Corcobado respondió al siguiente ping pong de palabras.
Amor: Sombrero de barcos
Muerte: Caballitos de anís
Alcohol: Dientes de mezcal
Felicidad: Canción del puerto
Dios: A nadie
Fuego: Lluvia
Odio: Veneno
Dolor: Pánico
España: El vino tinto
Sexo: Ruido
Noche: El mar
Sol: Calma
México: El cielo estrellado en el suelo
Cigarrillo: El que me voy a fumar en cuanto acabemos esta entrevista.
Por: Edgardo V.L.
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