Mike Pompeo encabeza la comitiva enviada por Washington.
Estados Unidos mandó una delegación de «altos vuelos» para que se reuniera con el actual gobierno de México y con el próximo presidente.
Es una verdad absoluta: la relación entre México y Estados Unidos es vital para ambos países. Con sus asegunes, pros y contras, dimes y diretes constantes, intervencionismo disfrazado de interés y demás atenuantes, esta relación bilateral es históricamente un «mal» necesario. Eso lo sabe Washington, un botón de muestra es la delegación de primer nivel que enviaron a nuestro país para reunirse con el próximo presidente.
El propósito de la tan sonada reunión entre la comitiva de Estados Unidos encabezada por Mike Pompeo, secretario de Estado, y la de México liderada por Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard (futuro titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores) y compañía, es que los estadounidenses conozcan de primera mano las intenciones del tabasqueño ahora que tome el lugar de Enrique Peña Nieto.
Cabe nombrar a algunos de los acompañantes que tendrá Pompeo en el encuentro: Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional; Jared Kusher, asesor y yerno de Donald Trump; y Steve Mnuchin, secretario del Tesoro. Nombres propios de altos vuelos, gente de confianza del mandatario de Estados Unidos para tantear al virtual presidente electo de México.
Previo al encuentro con López Obrador, Pompeo se reunirá con Peña Nieto en Los Pinos para empezar a cerrar la relación tan efímera como ríspida (solo por momentos) que se suscitó mientras el priista y el magnate coincidieron como representantes de sus gobiernos. Y después de intercambiar opiniones y posturas con el tabasqueño, el secretario de estado norteamericano, se encontrará con Luis Videgaray.
Al parecer el primer encuentro entre López Obrador y Trump fue positivo (con las atenuantes de una primera vez, y por teléfono) y no se espera que hoy sea distinto y que ambas comitivas tiendan los primeros puentes para, en un futuro, tanto México como Estados Unidos se sienten de manera formal a discutir temas de vital importancia como son: migración, crimen organizado, tráfico de drogas, muro fronterizo y comercio (léase TLCAN).
Ahí sí que se verá de qué están hechos ambos gobiernos, que tan políticamente correctos serán cuando de conciliar intereses se trate, cuando López Obrador intente anteponer su discurso proteccionista ante el empecinamiento de Trump no solo por levantar el muro sino pretender que México lo financie. Por el bien de ambas naciones emboquemos la cordura y el sentido común, que sea esto lo que impere en una relación que históricamente ha tenido tintes tricolores de sometimiento ante las barras y las estrellas.
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