A los mexicanos de muy poco; a la «oposición» de herramienta para atacar de manera constante al presidente; mientras él (AMLO) se beneficia de una política comunicacional que le ha permitido mantener sus niveles de popularidad.
Más de una vez el mandatario nacional ha sido cuestionado por los pésimos resultados exhibidos por las fuentes oficiales, a lo cual siempre ha respondido que sus datos son distintos: La economía decreció, según el INEGI, pero Obrador se dice satisfecho porque existe una mejor distribución de la riqueza; la violencia no cesa, pero es por culpa de las administraciones pasadas; la corrupción, se está combatiendo, pero limpiar «el cochinero» dejado por décadas de malos sexenios llevará tiempo.
Lejos de la retórica pueril del presidente López Obrador, su estrategia está logrando que la población, la que confía en él, se mantenga fiel y creyente de que el país se está conduciendo por el camino correcto, y para demostrarlo la 4T está haciendo uso de pequeños avistamientos al cambio que se eligió en las urnas en 2018.
Sin embargo, seguimos sin ver con claridad cuál es el beneficio de esos «otros datos» de los que dispone la presidencia del país, pues el miedo ante la inseguridad en las calles prevalece, la falta de empleos bien remunerados continúa existiendo y el caso más emblemático relacionado con la corrupción nacional corre a manos de extranjeros, a saber, Genaro García Luna fue detenido por las autoridades estadounidenses.
El contar con información diferente lejos está de ser un verdadero beneficio para México y su población, pero no deja de serle útil al jefe del Ejecutivo. La pregunta es, ¿hasta cuándo podrá seguir jugando la misma carta?
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