Designación de Esquivel debe quedar demostrada en hechos / foto Twitter

Durante su entrevista ante el pleno del Senado, Yasmín Esquivel aseveró sobre su persona: «No soy la señora de (Riobóo)»; el pasado jueves, asumió su cargo como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el que se mantendrá hasta 2034.

A pesar de que antes de que se casara con Riobóo  y conociera a López Obrador y a Marcelo Ebrard la ministra llevaba una carrera en el ámbito jurídico, sin embargo, ahora se decía previo a su designación que existirían conflictos de interés, debido a la cercanía que existe entre José María y Andrés Manuel.

De hecho, el pasado martes, el empresario declaró que «… no me importa, ni sé, ni me interesa» mientras negaba el susodicho conflicto «¡En Absoluto! No lo hay… soy asesor del presidente y eso es todo, no solo amigo si no me considera capaz», al tiempo que negaba que dejaría su posición como asesor «para no afectar a su esposa», como lo dijo la presentadora de noticias Azucena Uresti en su programa de noticias.

El asunto es ese: al no dejar su posición como cercano a López Obrador y a pesar de que el empresario no recibe dinero del erario, a cambio, se obtiene información privilegiada, situación que ha sido cuestionada por parecer más una estrategia de AMLO para centrar todo el poder en una sola persona, él.

Sobre la propia designación de Esquivel, a la suprema corte, en un principio dividió a los morenistas, sin embargo, fue López Obrador quien pidió unidad y además que votaran por su «bateadora designada».

Mismo movimiento se vio por parte de AMLO para que pasara la iniciativa sobre la Guardia Nacional: pidió que los morenistas votaran en bloque para que pasara fast track.

Retomando la situación de Esquivel, se vio que el peso de la balanza estaba de un solo lado al designar a Loretta Ortíz y  a Celia Maya (quien no obtuvo votaciones durante la elección) como sus contrincantes para el puesto.

Aunque no obtuvo los votos necesarios en una primera votación, en la segunda (y tras un descanso de más de dos horas «para ponerse de acuerdo», pues algunos de los Senadores hicieron caso omiso de las indicaciones de Ricardo Monreal) obtuvo una aplastante mayoría de 90 votos a favor contra seis de Otiz y cero de Maya.

Será ahora labor de Esquivel que los mexicanos no la veamos como «bateadora emergente» de López Obrador, y que por cuenta propia muestre el por qué se encuentra en el puesto, lejos de comentarios misóginos, como el que ella misma calificó sobre su comentario aquella tarde en la que fue entrevistada por el Senado, así como deberá mostrarse independiente de los actos que el propio López Obrados pudiera utilizar en su favor.

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