Desvíos, corrupción y opacidad: herencia que EPN deja a AMLO / El Siglo de Torreón

Llegó la hora de desenvainar la «espada anticorrupción» 

A propósito de los presuntos desvíos de recursos públicos de Sedesol y Sedatu, con el sexenio de Enrique Peña Nieto a punto de agonizar, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador heredará, de botepronto, una serie de asuntos críticos e incómodos que en la administración priista no pudieron (o no quisieron) resolver.

Es decir, el caso de los 700 millones de pesos desviados durante las administraciones de Rosario Robles al frente la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), se sumará a un listado que concentra otros temas tan escandalosos como Odebrecht y las distintas dependencias de gobierno involucradas en el tema, además de los entes gubernamentales «embarrados» en los Panama Papers y, por supuesto, el opaco asunto de la Estafa Maestra, que no sólo impacta a la experredista, sino a uno que otro PRI-nosaurio.

Lo anterior sin considerar aquellos cánceres de la corrupción que, desde siempre, han azotado a las arcas del país y que se manifiestan al interior de las finanzas en los partidos políticos, las licitaciones otorgadas a empresas fantasma, las prácticas desleales que no permiten una sana competencia en los mercados, o incluso, los famosísimos «moches» acompañados de un largo etcétera.

Sin embargo, grandes expectativas podrían irán develándose en pocos meses, pues aunque la bandera de guerra de Andrés Manuel, en los últimos 18 años, ha sido ponerle fin a la corrupción, barriéndola de tajo «de arriba hacia abajo, como quien barre las escaleras», la realidad es que el principio de su administración ha sido muy turbulento por episodios clave como haber incluido en Morena a Napoleón Gómez Urrutia, ex líder minero acusado de por presunto desvío de recursos, o la mismísima Elba Esther Gordillo Morales, exlideresa del SNTE, quien estuvo presa durante casi cinco años, al ser señalada por delitos también del catálogo corruptible.

Eso sin mencionar el abucheo nacional que recibió al haber nombrado a Manuel Bartlett como próximo titular de la Comisión Federal de Electricidad…

Y aunque López Obrador ha mantenido una distancia con esa triada de temas llenos de púas, la realidad es que la avalancha que se le avecina, con tantos pendientes a arrancar de raíz, será el mayor de sus retos a superar en tan solo seis años, y esperamos que en los últimos días de agosto de 2024 no sea él quien suba una cápsula diaria, como lo hizo Peña Nieto, para justificar el por qué no cumplió con ciertos compromisos de campaña y que, por el contrario, dejó como herencia al naciente gobierno del tabasqueño. Mientras tanto, en lo que respecta a «combate a la corrupción» seguiremos viendo más de lo mismo.

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