Los «Javieres», Duarte y Nava Soria, ambos encargados de ultrajar el erario del estado de Veracruz podrían ser extraditados antes de lo que se imaginaba. Porque la Procuraduría General de la República (PGR) pedirá que el exgobernador de esa entidad sea devuelto con todo y sonrisa para enfrentar los cuatro procesos que le esperan en suelo mexicano.
Mientras que su presunto operador financiero y prestanombres, quien se encuentra en Madrid, también estaría arribando a nuestro país, sólo que las autoridades mexicanas tienen 45 días para solicitar su extradición. Algo que huele –más bien apesta– a que esto se prolongará tal y como se tiene «planeado».
Porque, en México, la investigación sigue su curso, pero esto no es garantía de nada. Sabemos que la justicia en nuestro país trabaja al ritmo que le conviene o al que se le dicta. Una vez en nuestro país, Duarte podría estar tranquilo y encerrado un buen tiempo mientras las «competentes» autoridades hacen su trabajo.
Durante ese «trance» investigativo, por el cual también pasan miles de mexicanos, el exgobernador y su defensa legal podrían aprovechar algunos de los vacíos legales que hay en las leyes mexicanas para esperar su dictamen lo más cómodo posible. De forma totalmente opuesta a como lo hacen el resto de los ciudadanos de este país: tras las rejas, en el penal que les corresponde y como si fueran culpables sin que se les haya comprobado. Pero, desafortunadamente, la ley no se aplica a todos por igual. Montesquieu dijo que «la ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie», pero eso es algo completamente utópico en nuestro país.
Porque hay infinidad de casos en los que los mexicanos son encarcelados por años y, después, como no se les pudo demostrar su culpabilidad, reciben un cínico «lo sentimos» y los dejan en libertad. Algo que el bonachón Duarte no experimentará, porque la ley privilegia a quien puede sacarse el as bajo la manga, y se espera que éste saque varios.
Ya lo advirtió «El becario sensación» –bautizado así por este periódico–, que si deportan a Duarte podría correrse el riesgo de que quedara libre por irregularidades en el proceso que tiene abierto actualmente. Digamos que el buen Videgaray trató de sonar diplomático y asertivo pero derramó una alta dosis de «cara dura».
Se entiende que el procedimiento legal permitiría esta barbaridad, no obstante, «El becario sensación» debería de, no digamos omitir este punto porque es algo posible, sino sonar enérgico y externar que el gobierno mexicano hará hasta lo imposible porque, de alguna u otra manera, Duarte pague por las atrocidades que realizó. Pero también sonaría mal, en realidad sonaría peor. Es México, son políticos mexicanos. Vivimos en el país de lo increíble y lo irreal.
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