Richard Nixon tuvo que dimitir de su cargo debido al llamado escándalo del Watergate
Ante la posibilidad de reelección, los demócratas buscarán llevar a Donald Trump a un juicio político.
Hace poco más de tres años, cuando Donald Trump expresó sus deseos de ser presidente, el mundo pensó que esto era un simple decir, un disparate que no pasaría más allá de un deseo. Sin embargo, cuando el empresario —uno de los más poderosos del mundo— presentó formalmente su candidatura el chiste ya no pareció tener tanta gracia, sobre todo porque el pelirrojo cada vez tomaba más fuerza entre los votantes.
Es por ello que cuando ganó las elecciones y se hizo oficial su triunfo como el nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, comenzó a surgir una serie de rumores sobre una posible intervención rusa en las votaciones, la cual habría ayudado a Trump a ganar la presidencia.
Lo más grave de esto es que si bien se ordenó una investigación especial a cargo del exfiscal Robert Mueller, los resultados de ésta no han sido revelados en su totalidad, motivo por el que una parte de los ciudadanos y políticos piensan que Trump sí pudo llegar a aliarse con Rusia.
Esto, aunado a sus controversiales decisiones sobre las leyes de migración y sus roces con Corea del Norte en temas de armamento nuclear, tienen todavía más nerviosos a los demócratas respecto a las próximas elecciones, donde Trump podría volver a ser reelegido presidente.
Por esta razón es que están buscando por todos los medios impedir su candidatura, siendo su más reciente estrategia la de llevarlo a un juicio político para que sea destituido antes de finales de año. El problema, claro está, es conseguir las pruebas necesarias para llevar esto a cabo.
De lograrse no sería la primera vez que Estados Unidos lleva a un juicio político a uno de sus presidentes, pues ya antes Bill Clinton se vio sometido a uno y también Richard Nixon, aunque fue este último el que más alboroto causó debido al famoso escándalo del Watergate gracias a las polémicas conversaciones que salieron a la luz en las que se revelaba el acoso que fue ordenado a varios «enemigos» de la Casa Blanca durante su administración.
Es por ello que si bien la posibilidad de llevar a un juicio político a Trump no es descabellada, sí lo es el conseguir las pruebas necesarias, aunque de obtenerse entonces estaríamos hablando de un escándalo tal vez todavía más fuerte que el mismo Watergate, donde tanto Donald como Rusia podrían pasar a la historia como dos de los más grandes fraudes políticos contemporáneos.
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