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Orgía Deportiva.

Jair Bolsonaro será presidente en un país en donde el futbol es religión.

Racista, homofóbico, misógino, a favor de la dictadura y la portación de armas como estrategia para combatir la inseguridad; nació en Sao Paulo, estudió la carrera de Educación Física en el Colegio Militar y es allegado a la comunidad religiosa, que lo ve como el más indicado para recuperar la «moral perdida», ese es Jair Bolsonaro, el próximo presidente de Brasil. El militar y político recibió más del 55 por ciento de los votos en la segunda vuelta de las elecciones, por lo cual asumirá el poder el primer día de 2019.

El representante de la extrema derecha llegará al poder, entre otras cosas, gracias al hartazgo social que surgió con la corrupción que tiene en prisión a Lula da Silva y al miedo de que la izquierda convierta al país en una nueva Venezuela. Bolsonaro representa la vuelta al poder de los militares, esos que la noche del 31 de marzo de 1964 le asestaron un golpe de estado al gobierno del presidente Joao Goulart; aquel año Jair tenía apenas nueve años, sin embargo, hasta sus 30 el hoy presidente electo de Brasil no conoció otra forma de gobierno que la recia y disciplinada que pregonaban los uniformados.

Fueron 21 los años que Brasil vivió bajo el yugo militar. Durante ese tiempo el gobierno trató de legitimar su «triunfo» y encontró en el futbol una forma de hacerlo. Cuando los uniformados tomaron el poder la selección brasileña ya era bicampeona del mundo, pero para1970 en plena dictadura, Pelé y compañía ganaron el Mundial jugado en México. Entonces el gobierno se aprovechó de esto y, al siguiente año, creó la primera liga organizada de futbol en ese país para tener mayor presencia en la población.

Sin embargo, en 1980 surgió la llamada «Democracia corinthiana», un movimiento iniciado por los jugadores del Corinthians, que se basaba en el principio de la colectividad, en donde todos valían lo mismo y las decisiones eran conjuntas, en busca del bien común; se determinaba, con las voces de todos, la formación y el método para entrenar, los horarios y la forma en la que se repartí el dinero del club. Esto fue una forma de hacerle frente, desde el deporte, a la dictadura militar; durante los dos años que duró esta forma de trabajo en el Timao, las playeras lucían la leyenda Democracia corinthiana. De esta forma se creó una relación cercana entre el club y la torcida (afición), además de que sirvió para que los fanáticos cuestionaran al gobierno y como un modelo para la política de izquierda en Brasil.

En 1885 la dictadura militar llegó a su fin pero en la mente de Bolsonaro y miles de brasileños la ideología ya estaba permeada.  Actualmente Jair puede apelar, tal y como sucedió en esos años, a la pelota para adquirir más arraigo entre la población. De hecho hay futbolistas y exfutbolistas que lo apoyan abiertamente: Cafú y Rivaldo lo avalaron como candidato; Lucas Moura, jugador del Tottenham, ha declarado que Jair representa la «mano dura que el país necesita»; Felipe Melo, del Palmeiras, le dedicó un gol después de que fuera apuñalado en un acto político; además, Ronaldinho aseveró que es el indicado para recuperar la «paz, seguridad y alegría». Aunque en este último caso hay algo más. En el 2017 el diario O’Globo dio a conocer que el otrora mejor jugador del mundo está afiliado al partido político de Bolsonaro y, según el medio, el exjugador del Barcelona buscará, tarde o temprano, una senaduría.

Pero estas muestras de apoyo no han sido las únicas que ha recibido el presidente electo.  Durante un partido en contra del Atlético Mineiro, la torcida del Palmeiras cantó: «Ten cuidado, Bolsonaro va a matar a los desviados», en clara alusión a los homosexuales; Jair se declaró seguidor de este club durante su campaña.

No obstante, también está la parte que se opone a Jair. Una sección antifascista del mismo Palmeiras hizo público su rechazo a Bolsonaro, lo que fue secundado por 120 mil socios del Corinthians,  Además, Juninho Pernambucano, exjugador brasileño, publicó vía Twitter: «me revuelvo cuando veo un jugador  de derecha, venimos de abajo, somos pueblo. ¿Cómo vamos a ponernos de ese lado? ¿Cómo vas a apoyar a Bolsonaro?». Con esto criticó a los futbolistas y exfutbolistas que han manifestado su simpatía por el futuro presidente.

A sus 63 años Bolsonaro será presidente de Brasil, si cumple su mandato saldrá del poder en el 2023. Veremos cómo es su relación con el futbol y cómo se da esa la reciprocidad entre ambas partes; seremos testigos de cómo son tomadas las posturas por el pueblo y qué tanto utiliza el gobierno a este deporte como instrumento de adoctrinamiento. A final de cuantas Jair estará al frente del país más grande y futbolero de Sudamérica.

Gustavo «El Displicente»

 

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