En el marco del 106 aniversario del Ejército, la discusión en torno a la Guardia Nacional está más viva que nunca. El dictamen pasó por comisiones del Senado el pasado lunes y el martes se dio lectura ante el pleno para su discusión el día de mañana. El reto para Morena es cumplir no solo con el cometido del presidente, que se apruebe, sino que sea bajo su capricho de que esto suceda con una mayoría calificada.
Monreal ha estado en constante reunión con los dirigentes de los distintos Grupos parlamentarios, Claudia Ruiz Massieu, del PRI; Mauricio Kuri, del PAN; Miguel Ángel Mancera, del PRD; Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano, entre otros agregados. La posibilidad de que esta iniciativa, propuesta por el presidente, se apruebe es alta.
En sus discursos, Obrador mantiene sus reservas pero sabe que la Guardia Nacional es casi un hecho. No así con la conformación, que será un planteamiento en el cual deberá centrarse el dictamen y la discusión en el Senado. De acuerdo con Monreal, el documento iba a pasar a discusión con ciertos cambios, entre los que se pide que cuente con un mando civil.
Este hecho ha sido aceptado por Morena desde que discutió esta iniciativa en la Cámara de Diputados, sin embargo los tejes y manejes políticos que hay en las leyes secundarias es lo que preocupa a las organizaciones civiles. La aprobación de la Guardia podría traer consigo la más grande oleada de manifestaciones que se haya tenido en apenas dos meses y medio de administración.
Ante ello, los aficionados cuasi deportivos que siguen las actividades del presidente se harán sentir y la aprobación seguramente pasará desapercibida a días de su votación. Mientras tanto, la ola de violencia ha incrementado en varios lugares del país. Atrás han quedado las persecuciones políticas, el enfrentamiento al huachicol y otras tareas de seguridad de primer orden.
El último llamado es para que los legisladores volteen a ver a las organizaciones civiles que plantean un proyecto que acabe con la inseguridad que permea el país de una manera pacífica, sin que aquellos que han violentado los derechos humanos de los mexicanos durante décadas estén fuera de sus cuarteles actuando bajo protocolos poco específicos y con todo el rigor que su profesión les ha dado y que nada tiene que ver con la disciplina.
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