Por Josué Zarazua Solís
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A casi tres meses de la marcha convocada por los académicos, estudiantes e investigadores, además de Organizaciones de la Sociedad Civil, en la que clamaron que el gobierno de Enrique Peña, destine el uno por ciento del Producto Interno Bruto para fortalecer al desarrollo de la ciencia y tecnología nacional, sigue sin solucionarse el conflicto.
Las movilizaciones en favor de la inversión para la ciencia, la tecnología y la educación se han quedado como notas archivadas. En México no ha pasado nada, pues parece que lo único que repunta, es la industria del ensamblamiento o las plantas armadoras, repletas de mano de obra para la producción de pantallas y autos, en lugar de impulsar el desarrollo de patentes e investigaciones que beneficien el desarrollo nacional, tanto en tecnología para las ciudades, como para el campo que está tan olvidado en nuestro país.
En el país nor-vecino hay cientos de los mejores estudiantes mexicanos cursando carreras de excelencia, aún cobijados por el programa DACA que estableció el expresidente Obama, y que para la administración de Trump, está lejos de seguir vigente, aunque el trabajo académico de estos jóvenes es necesario para el desarrollo tecnológico de la nación americana. Pero esa es la apuesta de nuestra representación federal, que las mejores notas realicen sus estudios en el extranjero y no en casa; aspirando a que, con suerte, estos talentos regresarán a su cuna nacional, a aplicar sus conocimientos, con el propósito de generar una política de crecimiento conjunto con empresas, gobierno, sociedad civil y academia.
Pero las reformas estructurales sólo han servido para estructurar una administración federal basada en el enriquecimiento ilícito, corporativo y corrupto.
El recorte presupuestal ha dejado mucho que desear en la visión de un México fuerte que desea la sociedad mexicana, pues hasta las becas de posgrado fueron retiradas de los programas que otorga el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
La marcha dejó claro que este sector de grupos académicos, investigadores y científicos, repudia en su totalidad las supuestas «acciones de desarrollo», pues es un claro mensaje al mundo espectador, que en México se violentan las garantías de desarrollo social, económico, científico, educativo y hasta político; hasta cuándo dejaremos de ser «los que armamos» para convertirnos en los que inventamos.
En esta coyuntura electoral que se está dando en uno de los Estados más importantes de la República, se debe aprovechar el descontento académico ante los recortes presupuestales, para posicionar el tema y generar conciencia entre la población mexiquense, estudiantil y académica, buscando la unificación y exigencia de políticas públicas que generen compromiso real con la ciencia y la tecnología, pues se acercan las elecciones federales del próximo 2018.
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