El presidente Donald Trump firmó, este lunes 6 de marzo, un nuevo decreto migratorio, en el que emite prohibiciones para ingresar a su territorio, a ciertos países en su mayoría musulmanes, dejando a Irak fuera de la lista de naciones cuyos ciudadanos no pueden ingresar a Estados Unidos, luego de que su primer intento, hecho el 27 de enero, fuera bloqueado en los tribunales.
Dentro de este nuevo decreto, mantendrá la prohibición de viaje a Estados Unidos por 90 días a ciudadanos de seis naciones de mayoría musulmana: Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen, con la diferencia de que, en este precepto, no tocó el tema religioso como a inicios de este año.
Dicho veto, «es una medida vital» para la seguridad estadounidense, afirmó el secretario de Estado Rex Tillerson, ya que para justificar el decreto, el gobierno de Trump afirmó que unas 300 personas que ingresaron a Estados Unidos como refugiadas son ahora objeto de investigaciones del FBI, con sospechas de actividades relacionadas con el terrorismo, aunque no están seguros de que las personas provienen de alguno de los seis países afectados.
Esta necedad del mandatario estadounidense de mirar al otro, al extranjero como alguien «malo», alguien a quien la sociedad de EU deba temer, pone en duda si realmente serán «los otros» quienes, realmente, quieran hacerle daño a su nación, ya que su narcisismo, egocentrismo y egoísmo pueden dejar, entre dientes, la verdadera definición del otro como el malo.
Continuamente, el mandatario publicó un sinfín de tuits, dictaminando que Estados Unidos será sólo para los estadounidenses, rechazando al resto del mundo. El magnate que llegó al poder, definiendo este siglo como la era de la xenofobia, no se cansa de ver a los migrantes y refugiados como un problema para su «meta». No obstante, se le ha olvidado que los mismos gobernantes y empresarios han creado un mundo globalizado, en el que es necesario un diálogo interracial en beneficio de los intereses económicos, pero Donald Trump impulsa una política proteccionista que encerrará a la economía colonialista estadounidense en su mismo territorio.
Una consecuencia negativa de estos vetos fue la ausencia del cineasta Asghar Farhadi en la entrega de los Oscar este año, debido a que el decreto del 27 de enero se lo impidió. Sin embargo, el ya dos veces ganador de este premio en la categoría a mejor película extranjera, mandó un mensaje en el que expresó que sentía mucho no estar presente esa noche: «Mi ausencia es por respeto a la gente de mi país y de esas otras seis naciones a las que ha faltado el respeto, la ley inhumana que prohíbe la entrada a los EEUU… Dividir el mundo en categorías de ‘Nosotros’ y ‘nuestros enemigos’ genera miedo».
¿Será que Trump tenga miedo de reconocer que él también es un «terrorista»?, entendiendo dicho termino como el creador de un sistema de pánico en las sociedades.
Poco a poco, la política migratoria del gobierno de Trump se va endureciendo y cubriendo todas las categorías de los inmigrantes, tanto residentes, como indocumentados en todo el mundo, generando, así, un nuevo miedo hacia el exterior de su mundo convirtiéndose en el principal creador.
Una larga noche nos espera, tanto a los extranjeros, migrantes, refugiados, como a los mexicanos y centroamericanos, quienes ven amenazados sus más elementales derechos humanos, mientras la economía del mundo se sigue hundiendo en una crisis de largo aliento.
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