Frente a un espejo estaba Peña Nieto,
arreglándose el copete para ganar el último reto
delante de un pueblo que ya no está quieto.
Al salir solo había una persona y, no,
no era su adorada Gaviota,
sino la catrina con una bota,
con intención de golpearlo en su cabezota.
―Te di una oportunidad y la desechaste,
todo tu gobierno ha sido un desastre;
así que te irás conmigo, aunque te arrastres,
porque este es tu último año y ya se acabaron tus fraudes.
Así terminó la historia de Peñafiel y sus chistes malos
El rey de la Casa Blanca, propiedad de su bella dama,
Al final, el pobre se quedó a un minuto, no menos, como a cinco
De que todo lo «bueno» de su gobierno, el pueblo contara.
Por: Blanca Cortés