Expresiones sin prenda.
Como en cada fin de administración pública, y como lo ordena la Ley, se generan ejercicios de acercamiento, seguimiento y observancia de la información, previos a la entrega-recepción entre la administración saliente y la que está por entrar, elegida democráticamente por el voto ciudadano. Es común que, en este periodo de transición, entre ambas partes, y más aún cuando no comparten el mismo color de continuidad en el mandato de la administración pública, se generen hostilidades que impiden el buen ejercicio de la transparencia y rendición de cuentas.
Pues los tiempos son el límite para esconder o, al menos, maquillar las cadenas de corrupción, cohecho, peculado, tráfico de influencias, abusos de autoridad, negligencia, omisiones e irregularidades que han dejado de sancionar los órganos internos de control que son parte del organigrama administrativo de la función pública, y ahora que han comenzado los trabajos previos a la entrega-recepción del gobierno de Enrique Peña Nieto: «¿qué no se le va a encontrar?». pues casos como la Casa Blanca, OHL, Odebrecht, Ayotzinapa, Panama papers, el Paso Express de Cuernavaca, por decir algunos, son asuntos que, está obligado a desmembrar y dar a conocer a la luz social, el mandatario federal electo Andrés Manuel López Obrador, así como muchas otras de las administraciones que anteceden a la actual, pues deberá romper con estas malas prácticas de esconder lo que se debe de rendir y maquillar lo irremediable.
Esta misma dinámica tendrán que hacer la mayoría de los gobiernos entrantes en sus próximos periodos de mandato, pues así empiezan a conocer de forma más puntual las deudas y problemas a los que se van a enfrentar y la capacidad de éstos y éstas para resolver y cumplir con sus compromisos y «promesas» de campaña.
Por Leonardo Zarazua Solís