La noche del domingo no fue una más en Las Vegas. Una tragedia marcó el Route 91 Harvest Festival –evento de música country– que se celebraba: un hombre que se encontraba a 360 metros del lugar, en el piso 32 del Mandalay Bay Hotel and Casino, empezó a disparar contra la multitud.
Las cifras hablan de al menos 50 muertos y más de 500 heridos. Los videos y las imágenes que circulan son escalofriantes y perturbadores, la gente aterrada corre hacia donde el instinto los impulsa para salvar sus vidas.
Inevitablemente el acto nos hace enlistar tres de los cientos que hay en el historial de esta clase de sucesos que son más que recurrentes en Estados Unidos:
- 1966 Universidad de Texas – Joseph Whitman, ex marine de 25 años, asesinó a tiros a alrededor de 17 personas incluidas su madre y su esposa.
- 1999 Secundaria Columbine en Colorado – Dos adolescentes mataron con armas de fuego a 12 de sus compañeros y al profesor, posteriormente se quitaron la vida.
- 2009 Centro de inmigrantes en Nueva York – Un sujeto de origen vietnamita acabó con la vida de 13 personas para después suicidarse.
En este contexto y con la masacre recién ocurrida –catalogada como una de las más mortales– una vez más sale a la palestra el tema de la regulación sobre el uso y posesión de armas. Porque en la nación del Tío Sam cualquier ciudadano mayor de 18 o 21 años –dependiendo el estado– puede tener acceso a un arma de fuego, solo necesita no ser fugitivo, adicto, enfermo mental, inmigrante sin papeles, baja de las Fuerzas Armadas o condenado por violencia doméstica.
Las restricciones suenan un tanto absurdas si consideramos que quienes son contemplados en ellas pueden conseguirlas en el mercado negro. Pero la Casa Blanca ya se pronunció y, a través de su portavoz Sarah Huckabee, señaló que «sería prematuro discutir política», que es mejor mantener al país unido. Cabe recordar que en su momento Barak Obama pujó fuerte por legislar en este sentido y en más de una ocasión el Congreso.
Pero desde 1971 la Segunda enmienda de la Constitución, que es parte de la Carta de Derechos, establece el derecho a portar armas de fuego para que los ciudadanos se protejan ante cualquier amenaza. «Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no será vulnerado».
Así las cosas parece que quienes tienen el control de las leyes buscan la seguridad pero lo hacen de forma errónea. Esta es una oportunidad más para que el gobierno gringo se decida y actúe en consecuencia, que legisle para que sean menos frecuentes los mensajes de condolencias.
Porque la vida de los inocentes no vuelve y el pueblo exige un alto a este tipo de actos que regularmente realizan tipos desquiciados con problemas mentales que sacan su frustración sin importar a quién se llevan entre cada lluvia de plomo.
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