Día Mundial de la Poesía
Por: Eztli Yohualli
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En 1999, cuando se celebró el 30° periodo de sesiones, la UNESCO tomó la decisión de proclamar al 21 de marzo como el Día Mundial de la Poesía; involuntariamente, esta fecha coincide con el equinoccio de primavera en el hemisferio norte del planeta, México incluído. No obstante, la casualidad no gira en torno a la tradición de asistir a las pirámides a cargarse de energía, sino alrededor de una figura poética del náhuatl clásico: in xochitl, in cuicatl (la flor y el canto) que conceptualmente se traduce como: «poema».
La UNESCO proclamó un día específico para conmemorar a la poesía, con el propósito de recordar la importancia de la palabra y la diversidad lingüística, una de las cualidades más incomprendidas del territorio mexicano, donde abundan 68 agrupaciones lingüísticas.
Sin embargo, esta variedad se ve reducida por salvaguardar la ideología de la supremacía europea. Por tal motivo, en pleno siglo XXI, se mantiene la creencia de que las lenguas indígenas son dialectos y la sociedad mexicana se burla del presidente que pronuncia mal el inglés, sin preguntarse, por qué no se exige que el ejecutivo tenga el conocimiento de una lengua indígena o que haya representantes de estas lenguas en el gabinete del mandatario.
Esta postura de proclamarse en favor de la diversidad, también se oscurece por la misma necedad de los sistemas educativos, que siguen concibiendo los estándares europeos como las bases y las estructuras culturales a seguir, y que deben ser aprendidas en las aulas. De esta manera, es más fácil que los alumnos conozcan a Charles Baudelaire que a Nezahualpilli o a Macuilxochitzin.
En las mentes mexicanas permea la idea de que la poesía es una expresión completamente europea, escrita en lenguas romances y cuya estética tiene el propósito de mantenernos bajo las élites que pueden acceder fácilmente a la literatura. Por eso la idea de que la poesía es incomprensible, porque la concebimos dentro de los cánones académicos que nos hablan de metáforas y metonimias, sin advertirnos, que este tipo de lenguaje lo usamos los 365 días del año.
Pero la poesía también se construye en náhuatl y existen documentos que han dejado vestigios de algunos de sus poetas. Para ejemplo, la triada Poesía Náhuatl, editada por la UNAM, que recopila los Romances de los Señores de la Nueva España, del manuscrito de Juan Bautista de Pomar Tezonco, esto, respecto a la literatura prehispánica; pues, actualmente, se siguen usando las lenguas indígenas para hacer literatura. Hace poco el Antiguo Colegio de San Ildefonso, realizó una Celebración del Día Internacional de la Lengua Materna, donde se reunieron escritores en zapoteco, mazahua, náhuatl, totonaco, mixe, entre otros. Quienes hablaron de una cosmogonía a la que seguimos resistiéndonos.
Para entender la poesía prehispánica náhuatl, es importante mencionar que este tipo de expresión no seguía estándares occidentales, la poesía no era creada para ser vendida y leída a través de un libro, su transmisión se realizaba de manera oral y estaba acompañada de música y rituales.
En la poesía náhuatl permea la idea del cosmos que rige a tiempo y espacio. Un cosmos íntimamente relacionado con un ser, cuyo nombre es constante en los poemas, hasta de Nezahualcóyotl, y que requiere de la energía humana para sostener la vida del universo: Moyocoyatzin. A quien deben darle placer, a través de los cantos y el sacrificio.
En los libros de literatura «universal» se expone que la poesía basa su apreciación estética en la creación de figuras retóricas; y quizá por prejuicio y desconocimiento, se podría creer que la literatura náhuatl no comparte esta cualidad con la europea; no obstante, teniendo como punto de partida a un ser como Moyocoyatzin, era imposible que su literatura fuera sencilla.
La poesía náhuatl tiene una forma de conceptualización distinta a la occidental, cuenta con los llamados difrasismos, que se pueden definir como la conjunción de dos palabras, para generar un concepto distinto, como ejemplo: in xochitl, in cuicatl, que literalmente se traduce como la flor y el canto, pero como se mencionó anteriormente, quiere decir: «poema». Asimismo, moyollo motlatol (pensar y hablar), una forma distinta de referir a la creación poética como un proceso en el que están implícitas la reflexión y la comunicación de las ideas.
Los símbolos son complejos en la poesía náhuatl, la flor acompaña al canto, porque la flor es efímera, pero cíclica en cada primavera; como la vida que requiere de la sangre y la muerte para continuar su curso. Así son la palabra, la poesía que acompañaba a los poetas, efímera por la mortalidad de sus cantores, pero cíclica porque al transmitirse de manera oral, los cantos pasaban a ser parte de la comunidad. No era el ego el mayor impulso para la creación.
En los poemas nahuas es recurrente encontrar elementos como jades y plumajes anchos de plumas de quetzal; pero también hay cuestionamientos filosóficos, pues abordan la existencia humana y su condición aferrada a la mortalidad.
Este tópico llevó a los poetas a divagar en la sublimación de la amistad y el placer, pues siendo la vida efímera como las flores que cada primavera vuelven a florecer, el humano se entrega a una amistad cargada de lealtad y al placer corporal, con el cual se intenta atenuar la fugacidad de la vida.
Aunque los profesores de español nos han enseñado que Nezahualcóyotl es el representante de la poesía prehispánica, existieron otros poetas como Nezahualpilli, Cacamatzin, Axayácatl, Temilotzin, Xicohténcatl de Tlaxcala, la poetisa Macuilxochitzin, sólo por mencionar a algunos.
Sin duda, aún hay mucho por descubrir en la poesía náhuatl, pero hay más por desfragmentar la educación que hemos adquirido y que está orientada a la sublimación de lo europeo. Hagamos que reverdezca la primavera.
Canto de Macuilxochitzin
Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al Dador de la Vida,
¡comience la danza!
.
¿A dónde de algún modo se existe,
a la casa de Él
se llevan los cantos?
¿O sólo aquí
están vuestras flores?,
¡comience la danza!
.
El matlatzinca
es tu merecimiento de gentes, señor Itzcóatl:
¡Axayacatzin, tú conquistaste
la ciudad de Tlacotépec!
Allá fueron a hacer giros tus flores,
tus mariposas.
Con ésto has causado alegría.
El matlatzinca
está en Toluca, en Tlacotépec.
.
Lentamente hace ofrenda
de flores y plumas
al Dador de la Vida.
Pone los escudos de las águilas
en los brazos de los hombres,
allá donde arde la guerra,
en el interior de la llanura.
Como nuestros cantos,
como nuestras flores,
así, tú, el guerrero de cabeza rapada,
das alegría al Dador de la Vida.
Las flores del águila
quedan en tus manos,
señor Axayácatl.
Con flores divinas,
con flores de guerra
queda cubierto,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.
.
Sobre nosotros se abren
las flores de guerra,
en Ehcatépec, en México,
con ellas se embriaga el que está a nuestro lado.
Se han mostrado atrevidos
los príncipes,
los de Acolhuacan,
vosotros los tecpanecas.
Por todas partes Axayácatl
hizo conquistas,
en Matlatzinco, en Malinalco,
en Ocuillan, en Tequaloya, en Xocotitlan.
Por aquí vino a salir.
Allá en Xiquipilco a Axayácatl
lo hirió en la pierna un otomí,
su nombre era Tlílatl.
.
Se fue éste a buscar a sus mujeres,
Les dijo:
«Preparadle un braguero, una capa,
se los daréis, vosotras que sois valientes».
Axayácatl exclamó:
«¡Que venga el otomí
que me ha herido en la pierna!»
El otomí tuvo miedo,
dijo:
«¡En verdad me matarán!»
Trajo entonces un grueso madero
y la piel de un venado,
con ésto hizo reverencia a Axayácatl.
Estaba lleno de miedo el otomí.
Pero entonces sus mujeres
por él hicieron súplica a Axayácatl.
. . .
Traducción del náhuatl al español:
Miguel León-Portilla, 2003
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