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Ya estaba aprobado en lo general por la Cámara de Diputados y se mandó al Senado para su análisis particular y minucioso. Hablamos del Paquete Económico propuesto por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que desató la inconformidad de las instituciones educativas de nivel superior de nuestro país por el recorte sugerido por quien meses atrás les prometió, como mínimo, mantener el presupuesto actual.

El presidente aseguró que cometió un error y que rectificará su proceder en este tema. Incluso les propuso a los rectores inconformes una reunión para hablar sobre el tema. Esto lo externó el tabasqueño en la presentación del Programa de Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, con el cual se pretende abrir un centenar de universidades públicas a lo largo y ancho del país, priorizando las zonas descentralizadas. Algo que luce complejo por el número de instituciones que pretende pero factible por el antecedente que la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) ha sentado con sus ya 17 años de vida.

Como toda administración federal, la de López Obrador está y seguirá en medio de la crítica. Por un lado lo cuestionarán sus opositores ávidos de volver al poder y por el otro aquellos que vieron en él una opción de gobierno diferente. Tendrá buenas y malas decisiones, porque manejar los hilos de un país dista de ser fácil e implica la concentración de muchos intereses.

Es por eso que el presidente debe ser más claro en sus ponencias matutinas (y a cualquier hora), manejar argumentos sólidos para justificar sus acciones y dejar el discurso bonachón y jacarandoso para cuando la situación lo permita. Ya no está en campaña, ahora es el máximo responsable del andar de la nación y debe actuar como tal. Porque asegura que en su Presupuesto de Egresos presentado el sábado pasado la educación es uno de los rubros con mayor gasto público asignado, con una inversión der 500 mil millones de pesos, pero no desglosa cómo y porqué, ni expone sus intenciones.

Por otro lado, no estaría de más que las instituciones inconformes propusieran, a cambio de un mayor presupuesto, la apertura para ser sujetas a una auditoría externa, con la cual se demuestre el buen uso de los recursos que se les otorga. ¿O acaso hay algo qué ocultar? Qué diferente hubiera sido que el doctor Enrique Graue se posicionara en este sentido.

No obstante, existen antecedentes sobre opacas complicidades, por ejemplo, la investigación de la Estafa Maestra o la ocultación de los videos de videovigilancia para el desarrollo de las investigaciones en los casos de los jóvenes asesinados en Ciudad Universitaria, donde quedaron de manifiesto los turbios nexos entre autoridades de la UNAM y del gobierno capitalino Si las universidades ponderan la transparencia y los valores de conducta intachable deberían de pregonar con el ejemplo.

 

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