Roberto Borge Angulo. Nació en la tierra de los mayas, misma que lo vio crecer y adentrase en la política bajo el cobijo del PRI hasta que se convirtió en diputado federal para, posteriormente, ser gobernador de Quintana Roo. Su reinado en la entidad terminó en el 2016 y menos de un año después la ley lo empezó a perseguir.
La razón: manejo inadecuado y desvío de recursos, principalmente en el sector salud. De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación la tranza fue por más o menos 55 millones 757 mil 280 pesos, esto se dio a conocer en junio del 2016.
El sucesor de Borge también le tundió con todo. Tan solo un mes después de asumir el cargo como gobernador de Quintana Roo, el perredista Carlos Joaquín González lo acusó de lucrar y malbaratar terrenos de reserva estatal –no fue mucho, nada más 10 mil hectáreas–. Lo beneficiados, obviamente, fueron familiares y amigos. Tales terrenos fueron asegurados por la PGR en febrero del 2017.
En agosto del 2016 el Sistema de Administración Tributaria (SAT) difunde información en la que se le señala por usar alrededor de 25 empresas fantasma que «trabajaron» con su administración estatal. Una práctica más que común dentro de la política mexicana, más si la insignia referida es de tres colores.
La persecución contra Borge se «oficializó» el pasado 31 de mayo, cuando desde Nezahualcóyotl un juzgado de Distrito Especializado en el Nuevo Sistema del Estado de México pidió una orden de aprehensión contra el flamante exgobernador.
El personaje en cuestión fue detenido cuatro días después –4 de junio– en Panamá. Borge pretendía tomar un avión para volar y autoexiliarse un rato por la ciudad en donde corre el río Sena. Sin embargo, la Interpol no le permitió ni ver a las aeromozas.
El 18 de septiembre pasado el Ministro de Relaciones Exteriores panameño le informó a Borge que ahora sí iba a tomar el avión, pero con rumbo a nuestro país: la extradición era un hecho.
El inquieto gobernador tuvo que ser trasladado de cárcel debido a que las autoridades de Panamá tuvieron miedo de que se fugara, por lo que lo llevaron a una cárcel cercana al Canal que conecta los océanos Pacífico y Atlántico. Vaya situación: Borge estaba a metros de uno de los accesos al viejo continente, al cual pensaba viajar. Hasta pareció burla.
Fue el 29 de diciembre pasado cuando el país centroamericano hizo el anuncio: el priista sería extraditado el cuarto día del 2018. Y ese día llegó. Borge, «sin ver la luz del sol» y con 20 kilos menos según su abogado, llegó ayer al país –para ser exactos a la capital de México y ombligo del mundo– para toparse con la justicia mexicana en año electoral.
HOY NOVEDADES/EN BOGA