En las últimas semanas, las fuerzas armadas se han envuelto en una crítica constante, ya que, a lo largo de los años, estas instituciones han perdido credibilidad, no por que lo diga yo, sino que los hechos han hablado por sí solos, basándonos en la triste experiencia de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, los familiares de las víctimas de Tlatlaya, de Tanhuato, de Apatzingán, de Nochixtlán, de Atenco, de Aguas Blancas y de Acteal.
Pero lo anterior no le importa a la Secretaría de la Defensa Nacional, ellos están interesados en tener un historial limpio y no tener ni una mancha en su institución, por ello, han rechazado las diversas acusaciones de actores de la sociedad, al considerar que es falso que integrantes de las Fuerzas Armadas violen, indistintamente, los derechos humanos, asegurando que «se ha difamado sobre actos de represión que ofenden al instituto armado y también a la sociedad».
Pero ¿qué ofensa creen que le duela más a la sociedad?, si ellos son los que se «parten el lomo» exigiendo la aparición de 43 jóvenes desaparecidos, o bien, no se cansan de pedir la recuperación de los cuerpos sin vida de sus hijos. Suena un poco egoísta pensar en sólo limpiar el título de las instituciones sin, realmente, ponerse en los zapatos de quienes se han visto afectados en distintos momentos históricos de nuestro país.
Al respecto, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez, sostuvo, en el Senado, que «las Fuerzas Armadas sí han violado los derechos humanos, lo cual ha quedado acreditado en las recomendaciones que la Comisión les ha otorgado, principalmente, en el caso de torturas».
Lo anterior me recuerda aquel vídeo en el que integrantes del Ejército torturaban a un presunto culpable, violando con ello, sin duda alguna, los derechos del individuo. Tal vez es una «forma» de querer combatir a la delincuencia que nos está carcomiendo, pero, en diversas ocasiones, las instituciones de la Defensa Nacional han mostrado un abuso de autoridad que, no sólo afecta a los delictivos, sino a personas que no tienen ninguna vela en el entierro, como fue el caso de las tres mujeres Hñähñú, quienes fueron acusadas de secuestrar a seis integrantes de la entonces Agencia Federal de Investigación, caso en el que, once años después, la PGR ofreció una disculpa pública. «Miren que distraídos, se equivocaron».
Las Fuerzas Armadas, llegan a ser el «único» sector burocrático que no recibe recortes presupuestales y no esclarece en que ocupa el dinero destinado. Pero esto ya ha comenzado a ser cuestionado porque se han dejado manipular por gobernantes que solo los han utilizado para poderse legitimar, como el expresidente Felipe Calderón que emprendió su guerra sin sentido y sin pies ni cabeza que dejo más de 60,000 muertos y 35,000 desaparecidos y continúan haciendo lo mismo, dejando cada vez más mexicanos muertos sin que el cáncer del narcotráfico se acabe… Entonces, ¿De qué ha servido tanta Defensa Nacional?.
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