En la mañana, fiel a su costumbre, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) debería de pasar a mejor vida (como le sucederá a la PGR), para que en su lugar nazca el Centro Nacional para la revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación. Esto es tan solo el inicio del lanzamiento del nuevo modelo educativo que pretende impulsar la nueva administración federal y tal vez, el regreso de Elba Esther Gordillo Morales a la vida pública nacional.
Como era de esperarse la Junta de Gobierno del INEE reaccionó de inmediato y, horas más tarde de anunciarse la propuesta del tabasqueño, salieron a manifestar su inconformidad con la propuesta que pretende reformar el artículo tercero constitucional. «Representa un atentado del nuevo gobierno contra el sistema de pesos y contrapesos de nuestra democracia, y en particular contra los órganos constitucionales autónomos», declararon los integrantes del grupo.
Teresa Bracho González, presidenta de la Junta de Gobierno del INEE, apeló a la necesidad de evaluar a los «diversos componentes del sistema educativo», pero que no sea el mismo ente que presta el servicio quien haga este ejercicio de rendimiento; no se puede ser «juez y parte», asegura la doctora en Ciencias Sociales.
Se le olvida a la funcionaria que fue promesa de campaña de López Obrador «tumbar» la reforma educativa y que, como en la política todo es negociable, el hoy presidente ya tenía listo este paso desde hace meses. La comida que sostuvo con Estaban Moctezuma, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y Elba Esther Gordillo (amada y odiada en el rubro) hace unas semanas.
Ya surgieron voces de desaprobación por esta propuesta del tabasqueño. Por ejemplo, la de Aurora Loyo, investigadora de la UNAM, externó que se trata de un «desperdicio tirar a la basura» el personal de técnicos que trabajan en el INEE, y agregó que espera que Gilberto Guevara Niebla, subsecretario de Equidad en la SEP, sepa «conservar» lo que puede ser útil en el camino de la educación de México.
Algunos, como Arcelia Martínez Bordón (académica de la Universidad Iberoamericana), acusan al nuevo gobierno de usar al INEE como «chivo expiatorio» para tirar la reforma educativa, mientras que los abanderados de la llamada Cuarta transformación de la nación presumen sus decisiones en pos de un país primermundista, con mejores alumnos, maestros y escuelas; en sí, con un sistema firme y transparente. No parece que necesiten una figura de este tipo. No sabemos si las viejas prácticas dejen que esto suceda, con o sin INEE.
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