El paso de los huracanes Harvey e Irma ha dejado más que golpeados a los estadounidenses: los estados de Houston y Florida son los principales afectados. Escenas dignas de un apocalipsis han sido las constantes en los últimos días en territorio norteamericano. Reparar y levantar Texas y Miami le costará al gobierno de Trump 290 mil millones de dólares, el equivalente a punto y medio del PBI; esta situación afectará inevitablemente el desarrollo económico de Estados Unidos.
Aquí es cuando el presidente norteamericano se dará cuenta de su craso error de ignorar los efectos del cambio climático y abandonar el acuerdo de París. Ese que entró en vigor el pasado 4 de noviembre y que para el primer día junio míster Trump decidió tirara a la basura, sin importarle que su país sea uno de los que más contamina, al emitir el 17.89 por ciento del total de los gases a nivel mundial. Al hacer el balance total, solo dos estados más se mantienen al margen de este acuerdo: Nicaragua y Siria. Son 146 los países ratificados y 48 ya lo firmaron.
Pero Trump tomó su decisión basado en el «sólido» argumento de que limitar su emisión de gases limitaría su producción industrial, lo que representa menos ingresos. El mandatario gabacho tiene una mentalidad de orden y progreso al costo que sea, y ve por debajo del hombro temas de conservación del medio ambiente; hombre de negocios al fin y al cabo. Lo que no ha entendido es que ya no dirige solo empresas sino el destino de toda una nación. Su irracionalidad y poca elocuencia lo traicionan y le hacen no discernir que necesita de los demás tanto como los demás necesitan de él o de su actual cargo.
El Acuerdo de París trae a la memoria reciente el caso del Oleoducto Keystone XL, uno de los temas que en su momento Obama protegió en pro del medio ambiente y que Trump no tardó en deshacer. Aprobó la construcción de éste para poder trasladar 800 mil barriles de crudo diarios sin importar las consecuencias del cambio climático. Sí, derrama económica y se generarán 42 mil 100 empleos para los edificación, pero una vez concluida solo habrá 35 personas trabajando para trasladar el petróleo. Esto es una muestra más del nulo interés del mandatario por los temas ambientales.
Si bien en su momento la comunidad internacional puso el grito en el cielo con la medida de Trump, ahora se han dado cuenta de que no convencerán al obstinado magnate de cambiar de postura. Entonces se han dado a la tarea de seguir el rumbo trazado en el convenio y, para el próximo 16 de septiembre, China, Canadá y la Unión Europea se reunirán en Montreal para formalizar y accionar la lucha contra el cambio climático que sigue sembrando terror cada día en cualquier parte del planeta.
Porque el calentamiento global propicia que fenómenos naturales como Harvey e Irma sean más potentes que hace unos años, que cobren más víctimas y que dejen más damnificados. No le caería mal a Trump reunirse con Miss America, en una de esas nos lo convence de integrarse nuevamente al acuerdo internacional. No, lo dudamos. Es más probable que Donald trate de convertirla en la primera dama no oficial.
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