Agitación, nerviosismo extremo, sensación de peligro o de enloquecer o de morir o que te va a dar un infarto, respiración acelerada, sudoración, dolor en el pecho, temblores, sensación de cansancio, temblores… ¿te ha pasado todo esto en un mismo episodio? Se llama crisis de ansiedad.

Cada vez más las personas refieren tener “ansiedad” expresándola comúnmente como algo mas normalizado y sí, cada vez más mexicanos padecemos ansiedad, sin embargo no siempre se refiere a verdaderos trastornos de ansiedad ni episodios clínicos de crisis de ansiedad.

Es natural que nos sintamos nerviosos, que tengamos problemas para concentrarnos o dificulta de pensar en otra cosa que no sea alguna preocupación actual, sin embargo son situaciones de estrés en la vida a las que nuestro cerebro y cuerpo reaccionan naturalmente para activarnos a resolverlas. Pero no todo aquello que nos causa una preocupación y estrés focalizado, sea ansiedad; posiblemente solo se trate de un mal manejo del estrés y se pueden adquirir herramientas para mejorar ese afrontamiento.

Un verdadero ataque de ansiedad o crisis de pánico se refiere a un fuerte malestar que aparece de forma súbita o como avalancha, a raíz de pensamientos y/o sentimientos de miedo que en muy poco tiempo (de verdad segundos o minutos) alcanza su máxima intensidad presentando síntomas que se parecen a un dolor que genera un ataque el corazón, es por eso que en ocasiones podemos encontrar pacientes que llegan a urgencias pensando que les dará un “infarto”.

Ante un ataque de ansiedad, es recomendable permanecer con la persona que lo padece y primero es importante mantener la calma, llevarlo a un lugar tranquilo en la medida de lo posible, no suponer y hablarle con frases cortas y simples, ayudarle a concentrarse pidiéndole que repita tareas simples pero físicamente cansadoras como por ejemplo mencionar -5 cosas que pueda ver, 4 cosas que pueda escuchar, 3 cosas que pueda tocar, 2 cosa que pueda oler-, también puede respirar dentro de una bolsa, realizar la respiración 4-3-7, levantar los brazos por encima de la cabeza de manera continua pero controlada y siguiendo las indicaciones; aunado a alguno de estos tips decirle frases cortas como: “va a terminar”, “lo vas a superar”, “dime qué necesitas ahora”, etcétera.

Estas pautas ayudar a la persona a evitar que empeore la situación y a poner un poco de control de manera paulatina ante la situación confusa y disminuya esta avalancha intensa de malestar. Es importante que si estos episodios se presentan de manera continua y prolongada en la vida e interfieren en otras áreas de nuestra vida, acudir a atención psicológica para revisar qué lo ocasiona (muchas veces está relacionado con traumas que lo generan indistintamente a eventos presentes) y también para aprender pautas para el manejo de esas crisis; de igual manera acudir a atención psiquiátrica para revisar estos cambios conductuales y anímicos que son intensos y requieren de manejo psicofarmacológico.

Dejemos de normalizar decir “ansiedad” ante cualquier evento que nos demande demostrar nuestras fortalezas para el manejo del estrés; te invito a realizar un análisis de tus generadores de estrés, tus herramientas y la manera en que las utilizas. Disminuyamos la resistencia o el estigma de buscar ayuda ante estos eventos, siempre existen formas de atenderlo y superarlo.