El día de hoy, domingo 28 de abril de 2017, mientras algunos candidatos a la gubernatura del Estado de México, una de las entidades más codiciadas para acceder a la Silla Presidencial, realizan sus cierres de campaña entre promesas y los discursos semiutópicos de siempre, el Congreso Nacional Indígena realiza su Primera Sesión de la Asamblea Constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno para México. Foto: Facebook CNI
Eztli Yohualli

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El día de hoy, domingo 28 de abril de 2017, mientras algunos candidatos a la gubernatura del Estado de México, una de las entidades más codiciadas para acceder a la Silla Presidencial, realizan sus cierres de campaña entre promesas y los discursos semiutópicos de siempre, el Congreso Nacional Indígena realiza su Primera Sesión de la Asamblea Constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno para México.

A lo largo de estos meses, mucho se ha comentado sobre la propuesta de que una candidata indígena (vocera) ejerza su derecho a ser votada en las elecciones presidenciales del 2018, y no es para sorprenderse, pues a la fecha, los pueblos y comunidades indígenas han limitado su participación política en el país a la simple y llana representación; es decir, algún político o institución que no habla ni siquiera una lengua indígena se siente con la capacidad y el poder de decidir lo más conveniente para estos sectores de la población, aunado a eso, se suma el prejuicio y el machismo que abundan en un país feminicida. Basta con encontrarnos en la red y en la vida real comentarios como: «Los indios no saben de política», que además de fomentar el clasismo, avivan el racismo y el prejuicio antiquísimo de la supremacía intelectual de lo estrictamente occidental.

Durante mucho tiempo, los mexicanos han supuesto que el espejismo de homogeneidad (tez blanca, nivel económico medio o elevado, lengua española, educación occidental gratuita para todos) es la más basta y pura realidad del territorio nacional, suprimiendo la existencia de otras cosmovisiones, de otras culturas, de otras lenguas, de otras organizaciones y, por ende, de otras necesidades, incluso, políticas.

Para ejemplo: en el gabinete presidencial no hay un solo funcionario, vocero o representante que hable alguna lengua indígena, que comprenda la cosmovisión de otras zonas del país; por el contrario, se han mantenido en el poder estándares y estereotipos primermundistas, que aspiran a las formas de gobierno neoliberales europeas o estadunidenses y que, evidentemente, están muy alejadas de nuestra realidad.

Cabe destacar que, para estas comunidades, fue instituida la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, cuya labor deja mucho que desear con sus programas paternalistas y con el simple hecho de tener que hacer una instancia aparte para dar solución a las problemáticas y necesidades que imperan en esas zonas. Y adivinen, su titular tampoco es hablante de alguna lengua indígena, es contadora pública especializada en impuestos: Nuvia Mayorga Delgado.

Ante esta ceguera, tanto social como institucional, el Congreso Nacional Indígena ha decidido, en una voz colectiva, y no por mandato del subcomandante Galeano, como algunos medios de comunicación «intuirán», que conformará el Concejo Indígena de Gobierno, con lo que se pretende dar voz y visibilización a las comunidades que se han mantenido en el olvido.

«Esta asamblea del congreso nacional indígena es un momento histórico, le queremos dar la palabra a la nación ya que en estos 20 años del Congreso Nacional indígena se han expuesto todos los dolores, todas las problemáticas que vivimos día a día, y hoy estamos aquí para tomar decisiones que nos ayuden a enfrentar toda esa problemática».

El Congreso Nacional Indígena está decidido a romper el silencio que se le ha impuesto durante años, por lo que han iniciado con una asamblea, conformada por compañeras y compañeros que ya cuentan: «496 delegados y delegadas, 296 invitados e invitadas por el CNI, 56 Concejales con un total de 848 compañeros» y aún falta agregar a los delegados y delegadas de Chiapas; además han reunido a «58 lenguas de 58 pueblos de 32 estados, además nos acompañan de diferentes países y naciones: del norte del continente Dakota/Lakota/Arizona/Apache. Del Centro: Guatemala/Mam/Kanjobal. Del sur: Chile».

Este es el camino colectivo que ha decidido tomar el Congreso, después de «aguantar» décadas de individualismo político, de homogeneidad cultural y de incredulidad social, pues ahora, con esta estrategia que no busca acceder al poder, sino generar conciencia sobre estos pueblos y su derecho a la vida digna, muchos verán sus intereses en peligro de extinción.

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