Cuando escuchamos la palabra niñez la asociamos inmediata e inevitablemente con inocencia y ternura, porque estamos prácticamente seguros de que los infantes son reflejo de pureza. Redacto esto y viene a mi mente Juego de niños, la película del director bielorruso Makinov, que aborda la historia de un pueblo que es controlado por un grupo de niños que se dedican a matar y torturar a los adultos que llegan a su territorio.
La delincuencia se ha convertido en la primera opción de la niñez - FOTO: LA NOTICIA

Cuando escuchamos la palabra niñez la asociamos inmediata e inevitablemente con inocencia y ternura, porque estamos prácticamente seguros de que los infantes son reflejo de pureza. Redacto esto y viene a mi mente Juego de niños, la película del director bielorruso Makinov, que aborda la historia de un pueblo que es controlado por un grupo de niños que se dedican a matar y torturar a los adultos que llegan a su territorio.

En el filme se muestra la cara opuesta de la infancia que plasmamos líneas arriba. Refleja violencia, sed de sangre y cero escrúpulos en menores de edad  que tendrían que estar enfocados en la educación y el esparcimiento.

Pero estamos conscientes de la realidad y sabemos que no todos los niños gozan de una infancia plena. En nuestro país, por ejemplo, millones de infantes se encuentran el olvido como lo describe Julio Scherer García en su libro Niños del crimen; en esta obra el periodista señala que es esa condición la que orilla a los menores a cometer crímenes: ya sea por abandono de sus padres, por no tener accesos a la educación o un trabajo, por ser adictos a alguna droga, entre otras más, la «soledad» los orilla a convertirse en ladrones u homicidas.

Si a esto se le agrega la fuerte presencia del crimen organizado en nuestro país, tenemos como resultado un panorama más que crítico para la niñez mexicana. En el territorio nacional operan nueve cárteles que tienen presencia en prácticamente todas las entidades federativas y, en el inicio del 2017, en 25 de las 32 se registró un aumento en el índice de asesinatos. Esto de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, quien también destacó que en los primeros tres meses del presente año el crimen organizado cobró  la vida de 6 511 personas.

Es por eso que cada vez más se presentan los casos en los que los niños son reclutados por estos grupos criminales. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) detalló, a través del informe «Violencia, niñez y crimen organizado», que hay alrededor de 30 mil menores de edad que se dedican al narcotráfico, trata, extorsión y piratería.

El vacío que deja el gobierno frente a los niños ha sido aprovechado por los cárteles para llenarlo ofreciendo dinero fácil y comodidades que lucen como una oferta difícil de rechazar si se mira alrededor y no se ve cómo progresar por la vía legal. No hay escuelas y los trabajos son mal pagados y extenuantes. Si a esto le agregamos que algún familiar, amigo o conocido «salió adelante»  trabajando para el narco pues entonces sí que el ofrecimiento luce como irrechazable.

Un ejemplo más son los huachicoleros, quienes utilizaban a los niños como halcones. Sí, los menores son utilizados para «echar aguas» y que los chupaductos extraigan la gasolina que deseen; a cambio reciben sumas de hasta 12 mil pesos, es decir, muchos de ellos ganan más que sus padres. Esta es la cruda realidad, tal vez no sea tan salvaje como en Juego de niños pero sí es preocupante que los infantes vean como primera opción la ilegalidad.

 

HOY NOVEDADES/EN BOGA