La mediación propuesta por los gobiernos de México y Uruguay sobre la situación política que se vive en Venezuela empieza a tomar forma. Marcelo Ebrard Casaubón, canciller mexicano, y Rodolfo Nin Novoa, su homólogo uruguayo, se reunieron para establecer los principios rectores de una eventual apertura al diálogo en el país sudamericano. En el encuentro también estuvieron presentes representantes de los países miembros de la Comunidad de Caribe (Caricom).
La cumbre arrojó. Como era de esperarse, resultados favorables y optimistas. Se concluyó que la implementación del Mecanismo de Montevideo para destrabar, de forma pacífica y democrática, la tensa actualidad que se vive en Venezuela, en donde el presidente constitucional, Nicolás Maduro, va iniciando su segundo mandato y no da muestras de flaqueza pese a la enorme presión que gran parte de la comunidad ejerce sobre él y su régimen.
Por otro lado, el líder de la oposición Juan Guaidó, se autoproclamó presidente interino del país sudamericano, argumentando que Maduro llegó de forma fraudulenta al poder, con la realización de unas elecciones amañadas, de esas que suelen organizar las autoridades electorales en nuestro país de vez en cuando.
Lo que proponen los entusiastas mediadores se desglosa en cuatro puntos: diálogo inmediato, proceso de negociación, construcción de compromisos e implementación. En el papel la ruta crítica luce atractiva, sin embargo, hay antecedentes que no alientan mucho y, además, al día de hoy el choque de intereses en torno a esta situación parece dificultar aún más las mesas de diálogo.
Basta recordar que en febrero del año pasado Maduro rompió el acercamiento con la oposición que se realizaba en Santo Domingo. Es decir, el presidente constitucional no juega si no se siguen sus reglas. Recientemente le propuso el diálogo a Guaidó y éste lo rechazó sabedor de esto; además de que se siente respaldado como para imponer condiciones.
Es complejo lo que ocurre. Guaidó pide ayuda humanitaria y Maduro cierra las fronteras al asegurar que no son mendigos de nadie. El presidente interino cuenta con el apoyo de Trump, representante número uno del imperialismo que tanto aborrece el mandatario constitucional y quien fiel a su estilo ya vociferó que basta con que se levante un día de malas para mandar a sus militares. Total, la misión en Siria está casi terminada. Las enormes reservas de petróleo en Venezuela son atractivas para más de uno, basta con repasar la lista de aquellos países que respaldan al opositor.
El diálogo es viable y sería lo mejor en este caso. Pero a estas alturas, con tantos gobiernos «preocupados» por la crisis venezolana, su viabilidad no está tan clara. Lo único claro es que el interés alrededor de la nación bolivariana puede desatar el caos pese a los esfuerzos diplomáticos. Se necesitará mucho tiempo y dedicación si se quiere hacer las cosas sin agresiones de por medio.
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