México debe erradicar la corrupción tanto como la violación a los derechos humanos.
La infraestructura nacional

México debe erradicar la corrupción tanto como la violación a los derechos humanos.

En México es mejor hablar de corrupción y campañas electorales que enfrentar la falta de atención y de respeto a los derechos humanos.

En muchos sectores del país, el tema de la familia representa, además de una diferencia de pensamientos, un botín electoral que bien puede darte más votos, quitarte los que ya tienes o arrebatarte aquellos por conseguir, con un discurso ameno a todos los pensamientos.

En la pasada entrevista con Andrés Manuel López Obrador, en Milenio Televisión, se le cuestionó su postura con respecto a los derechos de la comunidad LGBTTTI. Obrador contestó que él es respetuoso con todos los pensamientos y antes de emitir alguna reforma constitucional se preguntaría a la población.

La respuesta del aspirante presidencial dista demasiado de un líder de «izquierda», no porque AMLO haya decidido identificarse como tal, sino porque gran parte del electorado así lo ve, y espera, que además de combatir la corrupción del régimen en el poder, termine con la desigualdad de las minorías, mujeres y clases sociales.

A propósito, en días pasados se registró la desaparición de un estudiante de la Universidad de Guadalajara, —uno solo de los cinco que desaparecieron en Jalisco— de inmediato, la Fiscalía del estado atrajo el caso y, poco después, se confirmó la muerte, presuntamente por suicidio, de César Ulises Arellano.

Las versiones oficiales parecieron contundentes, debido a las pruebas que la fiscalía presentó, entre ellas una carta escrita por el estudiante; sin embargo, tras la tragedia, se dieron a conocer diversos mensajes de odio contra César por sus preferencias sexuales: «Un maldito homosexual menos en mi México querido» y «Como no iba a atentar. Si era adicto a la verga», se pudo leer en Twitter.

Si bien es cierto que el respeto a las creencias y pensamientos, tal como lo menciona Andrés Manuel, es indispensable para la estabilidad de una sociedad, muchos se quedaron esperando posturas duras, dignas del movimiento más importante a nivel mundial (así lo calificó AMLO) y no esquivos a preguntas directas sobre temas que laceran la armonía de la sociedad mexicana y ponen en duda la estructura familiar que muchos se niegan a reconocer.

En cambio,  sí hubo un planteamiento contra el «proyecto de infraestructura más importante del país en los últimos tiempos» (palabras del Gobierno de la República), Obrador aseguró que se piensa en la posibilidad de habilitar dos pistas en la base aérea de Santa Lucía, toda vez que acusa de corrupción en los contratos del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

De inmediato,  todos sus opositores unieron filas para pronunciarse en contra de la propuestaobradorista, Meade, Anaya y Zavala hicieron válido el hashtag #ElAeropuertoVA, que tuvo tanto éxito como el #YoMero, todo esto para descalificar las ideas alternativas de AMLO. En general, las declaraciones del dirigente de Morena dieron para varios días de opinión, posturas y campañas electorales (aunque el INE siga diciendo que estas aún no empiezan).

El señor López, como lo llaman algunos, decidió no perder votos de la extrema religiosa mexicana; sin embargo, no escatimó en lanzarse contra los intereses económicos y políticos del país, los mismos que le generarán empatía con un sector del electorado que, sin importar sus creencias religiosas y valores familiares, están en la misma dirección: acabar con la corrupción.

Después de todo, «nuestro movimiento es plural e incluyente, entonces, por qué no nos ponemos de acuerdo en lo que coincidimos», señaló el candidato.

Y razón la tiene, se debe trabajar desde una trinchera igualitaria, para erradicar los temas que más han hecho daño al país, pero mientras no se reconozca que la homofobia, el acoso, los feminicidios y la falta de derechos humanos son parte de los problemas más serios del país, continuaremos viendo casos como el de Marco Antonio, Lesby, Yakiri Rubio, «Calcetitas rojas», César Ulises, Sandino Bucio, Lidia Cacho, Miroslava Breach, José Luis Tehuatlie, Itzel Durán, Paola Carrasco, Kenni Mireya Finol, entre muchos más que se han perdido en las tintas de las noticias diarias.

Algunos de ellos muertos por una política excluyente que teme dar la nota del escándalo y, en su lugar, apuesta por una campaña contra la corrupción, como si fuera el único mal que le duele al pueblo mexicano.

Por: Ernesto Jiménez

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