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Orgía deportiva.

Diego Armando Maradona es el nuevo técnico de Dorados de Sinaloa.

«Maradona no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero, tiene el don celestial de tratar muy bien el balón»… este fragmento de la canción que Andrés Calamaro le compuso a Diego Armando refleja lo que fue, es y será por siempre este peculiar personaje que acaba de ser presentado como entrenador de los Dorados de Sinaloa. La gente que lo trajo sabe que no contrató a un director técnico sino al exjugador, que es una marca, un imán de taquilla que asegurará tener el estadio lleno cada que juegue el equipo y vender hasta lo invendible.

La directiva del club sinaloense está consciente de su decisión, tomada sin fundamentos deportivos, sin proyecto que sustente la llegada de Maradona. El argentino ya dijo que buscará el ascenso porque no se puede decir otra cosa, pero es más que evidente que no es un estratega y su mayor aptitud es la motivación. Diego llega a México para trabajar pero no es garantía de nada. Su camino lo dice todo.

Normalmente, cuando un jugador tiene la intención de convertirse en director técnico lo hace cuando se retira del profesionalismo. Esto no ocurrió con Maradona. El Diego decidió que sería entrenador cuando la FIFA lo suspendió 15 meses en pleno Mundial de 1994 por dar positivo en un control antidopaje, es inolvidable la imagen del 10 con una sonrisa, entre nerviosa e irónica, llevado de la mano por la enfermera suiza de melena rubia para que el argentino depositara su orina en un frasco.

Ahí, Maradona decidió por su «poder divino» que sería entrenador. La locura inició ese mismo año en Argentina, cuando dirigió al Deportivo Mandiyú en 12 partidos y solo ganó uno, su fin en el timón de este equipo se dio por diferencias con la directiva. Para 1995 tomó Racing por 11 juegos y solo obtuvo dos triunfos. Se fue del barrio de Avellaneda cuando hubo cambio en la dirigencia del club. Así pasaron los 15 meses y Maradona volvió a la cancha. Tuvo dos años más como futbolista profesional y se retiró. El 10 había cumplido su capricho de sentirse director técnico.

Tuvieron que pasar más de 11 años para que el Pelusa volviera al banquillo. Y lo hizo ni más ni menos que con la selección de Argentina, esto no hubiera sido posible si no se llamara Diego Armando Maradona. Parecía demasiado premio para un tipo que, como jugador fue un fenómeno, pero que como entrenador no tenía argumentos para comandar a la albiceleste. Jorge Valdano, integrante de la selección que ganó el Mundial de 1986 de la mano del 10, cuestionó la decisión y entonces Maradona le quitó la etiqueta de amigo que tenía más de dos décadas de antigüedad. Con Maradona como técnico, Argentina calificó de forma agónica a Sudáfrica 2010, en donde Alemania la eliminó de forma humillante.

Maradona volvió a dirigir en 2013, ahora en la primera división de Emiratos Árabes Unidos. El argentino fue seducido por los millones de dírhams (divisa de ese país), dólares o euros que le ofrecieron los jeques del Al Wasl. Dirigió el club durante 23 partidos de los que ganó 11. Para 2017 Diego se convirtió en técnico del Al Fujairah, de la segunda división emiratí, donde estuvo 11 duelos y registró siete victorias.

Ese es el currículum del nuevo técnico de Dorados, club propiedad del empresario Jorge Hank Rhon, también dueño de Xolos de Tijuana. El mismo que hizo de la ciudad fronteriza la que más casinos tiene en el país, gracias a Grupo Caliente. Dinero hay y ahora todo tiene sentido. Aunque la afición sinaloense que ve más allá y quiere a su equipo sabe que su nuevo técnico es una incógnita con tintes catastróficos.

Por: Gustavo «El Displicente»

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