Para una juez, el que Trump bloquee a los usuarios que no están de acuerdo con él es una forma de discriminación.
Al ser un personaje público, el Twitter de Trump también es un foro público, por lo que debe estar sujeto a la primera enmienda.
Apenas hace un par de semanas el polémico columnista Ricardo Alemán fue despedido de dos grandes empresas con las que colaboraba: Televisa y Canal 11 (aunque volvió a laborar con ésta última desde ayer) ¿La razón? Simple: incitar (o al menos así lo entendieron varios) al asesinato de Andrés Manuel López Obrador, uno de los enemigos acérrimos de dicho periodista.
Luego de que a Alemán le llovieran ataques a diestra y siniestra, éste se quejó del hecho de que la libertad de expresión estaba siendo coartada, pues cuando algún partidario de Morena, o más aun, cuando el mismo candidato presidencial de este partido mencionaba una incoherencia, nadie se sentía ofendido…y siendo sinceros, tiene razón. Sin embargo, como ya habíamos dicho en un escrito anterior, si en México hay un periodista que ha abusado del derecho a expresarse y decir lo que uno quiera, ese es el señor Alemán, así que hacerse la víctima no le queda.
Tal parece que la libertad de expresión existe para todos, sí, pero únicamente cuando le conviene al que se está expresando. Y si quedaba duda de esto, tomemos el ejemplo más reciente con el presidente Donald Trump.
El internet se ha convertido en un sitio lleno de tal libertad que roza el libertinaje, pues es un sitio donde, principalmente en las redes sociales, hoy en día todo mundo se escuda bajo el «es mi espacio (llámese Twitter, llámese Facebook, etc, etc.) y yo comparto lo que quiera; y si no te gusta, me puedes ir eliminando de tus contactos». Que es, precisamente, lo que hizo el señor Trump.
Y es que resulta que la mejor arma que Trump ha tenido hasta el momento para atacar a todo mundo ha sido su Twitter, en donde ha ofendido y violentado a cuanta persona él considera su enemigo. Tan es así que no ha tenido escrúpulos en demostrar un total racismo hacia otros países pero, lo grave de este asunto, es que el señor presidente también deja ver una total intolerancia hacía aquellos que le responden alguno de sus tuits expresando su desacuerdo con él, pues el camino fácil para el señor Donald no es generar un debate, no, sino simplemente bloquear a dichos usuarios y/o eliminarlos.
Ahora, Trump debe entender que si bien él está en su derecho de expresar en su Twitter cuanta falacia quiera, también debe ser lo suficientemente maduro como para hacerse responsable de las consecuencias que le pueden traer todo aquello que escribe y comparte (así como lo debemos hacer cada uno de nosotros con nuestras propias redes). Al menos así lo entiende la juez federal Naomi Reice Buchwald, quien ha dictaminado que es inconstitucional bloquee de su Twitter a cualquier persona que no esté de acuerdo con él.
El argumento que dio la magistrada fue que el Twitter del presidente de los EU es un espacio que forma parte del foro público, por lo que este espacio virtual también debe estar sujeto a la Primera Enmienda, la cual protege la libertad de expresión, por lo que «Bloquear a los demandantes por sus opiniones políticas supone una forma de discriminación», escribió la juez.
Esto simplemente nos deja en claro que todavía existe una total incomprensión a la «libertad de expresión del internet», pues mientras algunos lo consideran como un espacio libre, otros se aprovechan de ello para hacer lo que quieran y que, cuando se les increpa, se sienten agredidos; lo cual nos hace ver que todo mundo deseamos expresarnos, pero la mayoría sólo defiende este derecho cuando le conviene.
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