Lo que el viento a Juárez

Marcelo y su amor ciego a la 4T

Las palabras que el canciller mexicano compartió en su cuenta de Twitter, respecto al Hemiciclo a Juárez, denotan lo hermético de la 4T en relación con los problemas del país, pues —así lo parece— el aplauso simple entre los de Morena se ha convertido en una constante cada vez más ridícula y peligrosa.

Aunque minutos después de su primer comentario Marcelo Ebrard aseguró ser feminista y que el «vandalismo actúa en contra de las causas que creemos», lo cierto es que su juego de palabras y el reconocimiento a la jefa de Gobierno por los trabajos de limpieza realizados en el monumento poco —por no decir nada— tienen que ver con esa lucha a la cual dice apoyar desde hace mucho tiempo.

Lejos de la ridícula que fue su comparación con uno de los dichos mexicanos más populares, la postura del canciller nos deja pensando si la 4T está consciente de los problemas del país y que estos no serán erradicados  con aplausos —abrazos, no balazos— y porras entre los allegados políticos de Morena.

La limpieza del Hemiciclo a Juárez solo se compara con la conciencia de los de la 4T, quienes parecen pensar que no son ellos los culpables de las muertes de miles de mujeres en el país; que no es su responsabilidad actuar y responder por la justicia de familias enteras; tal vez crean que los feminicidios que les toca atender son solo aquellos perpetrados de diciembre de 2018 a la fecha.

Limpiar con esmero y prontitud los monumentos dañados confirma que no son las pintas las que lastiman a la 4T, sino la voz de las afectadas, no porque sean una administración machista —quizá lo sean—, más bien porque siguen pensando que ellos no son el problema, que esas pintas pertenecen a otros sexenios y a otros gobernantes que no pudieron con la obligación de frenar la violencia contra las mujeres.

En otras palabras, limpiar los reclamos de las mujeres ofendidas es cerrar los ojos ante las cifras alarmantes del país. Mirar, cual Marcelo, por la ventana y creer que no pasa nada, que todo está como ayer, como hace años, que la marcha no existió, que no hubo reclamos y que el 25 de noviembre —como todos los días— nueve mujeres fueron asesinadas en México.

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