Ayer fue el último informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, cada vez falta menos para que se realice al cien por ciento la transición del gobierno federal, sin embargo y pese a lo que dice nuestro «adorado» Lord Peña, nos deja una herencia llena de desigualdad social, económica y sangrienta.
El sexto informe se escuchó muy lindo y positivo, no obstante, se le olvidó comentar todos los cabos sueltos que dejará al próximo gobierno. Uno de tantos, el que ningún mexicano va a olvidar (o eso espero), es el caso de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Peor caso no se puede encontrar para describir la manta de sangre que cubrió a nuestro país en 2014 y que lamentablemente aún no logramos quitar.
Dicho caso no ha sido resuelto, pese a las presiones que el gobierno ha recibido por parte de diversas organizaciones, no solo nacionales, sino mundiales. Un claro ejemplo es la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). ¿Qué ha dicho el gobierno al respecto? ¡Nada!.
Mientras tanto, los padres de los desaparecidos no han descansado desde hace, casi 4 años, pues cada mes se manifiestan en diversas partes del país para que el gobierno les rinda cuentas sobre lo sucedido.
¿Qué dijo Peña Nieto en su informe? Nada relevante, no obstante, resaltó que está consciente de que «no alcanzamos el objetivo de recuperar la paz y la seguridad para los mexicanos en todos los rincones del país».
Por otro lado, hay que recordar que al inicio de su sexenio, Peña Nieto enfatizó en que la economía mexicana crecería hasta el 6 por ciento, sin embargo, se quedó muy corto, pues de acuerdo con datos del INEGI, creció 2.5 por ciento.
Sobre esta misma línea, en 2017, el producto interno bruto (PIB) tuvo el menor crecimiento desde 2013, año en que la tasa anual avanzó de 1.3 por ciento.
¿Dónde quedó el supuesto trabajo invertido para liberar el gran potencial de nuestra economía?
En lo que respecta a las obras públicas, se queda estancado el Tren Interurbano, el cual se planea que corra de la Ciudad de México a Toluca y con el que se reducirá el tiempo de traslado. Se proyectaba que dicha obra concluiría en 2018, sin embargo, es más que obvio que en este año no ocurrirá.
Otras promesas que no alcanzó a cumplir «El Copetudo», es la «grandiosa» construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), pues todos los procesos por los que tuvo que pasar se retrasaron. Y hasta la fecha, dicho proyecto sigue en la cuerda floja hasta que la consulta ciudadana, propuesta por el presidente electo, diga la última palabra.
Todo lo anterior es solo un resumen de tantos proyectos inconclusos que deja el sexenio de Enrique Peña Nieto, quien tuvo el honor de servir a los mexicanos «con pasión, entusiasmo, alegría, patriotismo y entrega», como lo subrayó el día de ayer.
Ahora le tocará al futuro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tomar la batuta y concluir dichas obras, atar los últimos cabos sueltos que ha dejado la inseguridad en nuestro país, así como explotar todas las riquezas de nuestro país para que la desigualdad sea menor y la economía nacional aumente.
También, López Obrador tendrá la labor de quitarnos el mal sabor de boca que nos dejó Peña Nieto, así también como limpiarnos de toda la sangre que ha inundado a nuestro México, pues desde que resultó ganador, la ciudadanía puso en el todas sus esperanzas.
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