Fue cuestionada desde que sonó por primera vez en los medios de comunicación. Múltiples actores de la vida nacional la critican por las atribuciones que se le dan a las Fuerzas Armadas de nuestro país, mismas que van más allá de la seguridad de los ciudadanos. Pero también hay voces que la defienden, la última de ellas fue la del precandidato tricolor José Antonio Meade.
Iniciemos con aquellos que sufren con la nueva ley que fue promulgada hace poco más de doce días en el Diario Oficial de la Federación. En el ámbito político los diputados de la alianza «Por México al Frente» ya dijeron que será «por ahí del 15 de enero» cuando presenten la acción de inconstitucionalidad contra la citada ley. Es decir, cinco días antes de que venza el plazo que establece la normativa; tal documento debe de constar de 165 firmas de diputados federales como mínimo.
Esto se dio a conocer horas después de que Luis María Aguilar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), manifestara que aún no había ninguna impugnación contra la Ley de Seguridad Interior.
No obstante y muy a pesar de estos personajes, de acuerdo con Fabián Aguinaco, abogado constitucionalista entrevistado por El Financiero, es imposible «tirar» en su totalidad la ley promulgada por Peña Nieto.
El abogado señala que las modificaciones se reducirían a «párrafos» y «algunos artículos», su argumento consiste en que es necesario que existan vicios en la creación o, en su defecto, que «todos los artículos» violenten la Constitución para poder modificar la ley en su totalidad; sin embargo, éste no es el caso.
Lo que sí reconoce el especialista en Derecho Constitucional, es que la ley violenta el principio constitucional que establece que la seguridad en el ámbito público no es atribución de corporaciones militares sino civiles.
Así las cosas, parece ser que no quedará de otra que hacernos a la idea de que tendremos Ley de Seguridad Interior. Faltará ver qué es lo que pueden hacer los valientes diputados que lucharán por tratar de que los «aguacatotes» no se pasen de lanza y se limiten, en la medida de lo posible, a cumplir con su labor sin pisotear los derechos humanos de los mexicanos.
Porque desde que Calderón decidió iniciar su guerra contra el narcotráfico casos de este tipo se presentaron al por mayor. Y hablando el «calderonismo» ahí volvemos a caer con Meade, quien desde Zacatecas defendió a los militares con vehemencia al decir que «quienes le regatean a los gobernadores e apoyo a las fuerzas armadas (…) le están regateando el apoyo a la ciudadanía que quiere seguridad».
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