MÉXICO NO ES UN ESTADO FALLIDO, SUS INSTITUCIONES SÍ

Los nuevos vientos azotan a nuestro país y muchas instituciones han quedado al descubierto por la sociedad, aunque el actual secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, reclame a quienes no creen en ellas como la Policía Federal o el Ejército mexicano, pues «según» no vemos las armas con que los delincuentes los enfrentan, ni los momentos complejos que viven en un enfrentamiento.

Pero ¿cómo creer en ellas?, si conforme pasa el tiempo nos damos cuenta de la «corrupción» que le da vida a diversos organismos públicos o privados, fundados para desempeñar una determinada labor, ya sea cultural, científica, política o social, las cuales deben ser de carácter benéfico, detalle que no resalta mucho en nuestro país.

Lo anterior respaldado con los sucesos que han pasado, no hace una semana, un mes o un año, sino de los últimos tres días, cuando los encabezados de los diarios aumentaron sus ventas, en primer lugar, por el engaño de la fiscalía general del estado de Veracruz sobre el hallazgo de fosas clandestinas; en segundo lugar, destaca el vídeo que se volvió viral en redes sociales sobre la agresión física y sexual de los reos del penal de Apodaca en Nuevo León, y  en tercera posición, el tan escandaloso plagio encontrado en el último día de comparecencias de aspirantes a ocupar la Fiscalía Anticorrupción (¡Que ironía!), pues los candidatos Braulio Robles Zúñiga y Angélica Palacios Zarate, entregaron ensayos muy parecidos y con párrafos idénticos en su redacción.

Después de estos casos, ¿cómo no quieren perder la credibilidad?, si una institución como la prisión de Apodaca que supuestamente es la encargada de la reinserción social de quienes cometen algún crimen, comente delitos contra los internos, al atentar contra su dignidad, arrebatarles su integridad y denigrarlos por el simple hecho de estar recluidos en ese lugar.

Estamos en pleno siglo XXI, no en la era de la Inquisición, por tal motivo, estas «instituciones» que «deberían readaptar» a los internos, deberían comenzar por ellas mismas, por poner en orden sus administraciones, su arquitectura y, sobre todo, dar capacitaciones a quienes resguardan estos centros. En 2017, es necesario que haya carreras profesionales que enfoquen sus áreas de estudio en la solución de esta problemática o, por lo menos, que haya una formación técnica, para que las autoridades no den por hecho que tienen la facultad de someter a maltrato a cualquier ser humano.

Lamentablemente, lo único que logran las prisiones, es volver «más peligrosos» a los internos, fortaleciendo, con esto, las mafias que desde el interior, controlan cosas en el exterior y aumentan la escalada de violencia en el país, dejando a un lado el objetivo principal con el cual se realizó esta institución, la idea de rehabilitar y, al tiempo, reinsertar a los internos en la sociedad, otro detalle que han olvidado.

Por todo lo anterior, y mucho más, la sociedad ha dejado de creer en las instituciones y no sólo en su concepto de «lugar», sino a las personas que están detrás de ellas, quienes se encuentran liderándolas. Como diría el naturalista científico Charles Darwin «si la miseria del pobre es causada, no por las leyes de la naturaleza, sino por las instituciones, grande es nuestro pecado».

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