¿MILITARES DISFRAZADOS DE POLICÍAS?

La seguridad del país se sustenta en el trabajo en conjunto de los tres poderes de gobierno. Ejecutivo, Legislativo y Judicial son los encargados de marcar el camino que las autoridades y funcionarios a su cargo deben transitar para crear un estado de derecho que permita que los habitantes mexicanos estén bien resguardados por los cuerpos policiales municipales, estatales y federales.

Sin embargo, desde el «calderonismo» los militares empezaron a desempeñar funciones que de acuerdo a la ley no les corresponden. Desde ese momento se empezaron a manifestar las voces críticas que condenaban este hecho. Sobre todo porque a la par también iniciaron a presentarse una serie de sucesos de violaciones de los derechos humanos de los mexicanos –por ejemplo, la matanza de Tlatlaya–, los cuales demostraban la incapacidad de los elementos del ejército para cumplir con estas tareas.

Peña Nieto entró a la presidencia y, para no crear gran ruido, mantuvo a los militares en las calles pese a sus consignas en las que dejaba ver su intención de regresarlos a sus cuarteles. La guerra contra el crimen organizado menguó pero no desapareció.

Tan es así, que desde septiembre y noviembre del año pasado,  un senador del PAN y un diputado del PRI, presentaron las propuestas para tener una Ley de Seguridad Interior. Al saberse las reales intenciones de estas iniciativas de ley, nuevamente se hicieron presentes los señalamientos al contenido de estas propuestas.

Porque lo que realmente se pretende con esto es que el ejército esté blindado legalmente. Ahora, los militares tendrían la facultad de detener, prevenir  e investigar delitos del fuero común. El temor radica invariablemente en que  ahora estos uniformados sigan haciendo de las suyas –léase abusos y vejaciones– porque tendrán total libertad para actuar. Esta situación espanta a cualquiera, ya que si antes estaban impunes todo este tipo de barbaridades, lo que se avecinaría sería algo catastrófico para los habitantes de nuestro país.

Nos encontramos en un estado de total desconcierto. Por un lado vivimos en un país parece un paisaje tenebroso: está con un cielo tan oscuro como la constante amenaza de la mano atroz de la violencia, bajo una lluvia de abusos de autoridad y envuelto por un frio y sepulcral viento que lleva de un lugar a otro la indiferencia de los gobernantes. Este cuadro llamado México 2017 entume al mejor de los optimistas.

Porque no dan ganas de vivir en un escenario así. Pero Peña Nieto se empeña en declarar que nuestro país se encuentra más seguro bajo el manto protector de las fuerzas armadas. No existe una mejor garantía de nuestra seguridad que sabernos cuidados, procurados y mimados por los miembros del honorable ejército nacional. Amén.

 

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