«Una cosa es una cosa y otra cosa es otra», esta frase típica del mexicano es directamente proporcional con las declaraciones de Enrique Peña Nieto en sus Diálogos con la Familia Próspera, donde aseguró que a México no le afecta ninguna crisis, sino la incertidumbre.

«Una cosa es una cosa y otra cosa es otra», esta frase típica del mexicano es directamente proporcional con las declaraciones de Enrique Peña Nieto en sus Diálogos con la Familia Próspera, donde aseguró que a México no le afecta ninguna crisis, sino la incertidumbre.

Es cierto que ambas palabras tienen definiciones distintas; sin embargo, son inseparables, como buenas amigas, pues en medio de una crisis económica, política o cultural es inevitable que aparezca un sentimiento general de incertidumbre.

La incertidumbre es la falta de certeza, el temor a errar, el conocimiento de que nada es seguro y nada está claro. Y es justo la crisis por la que atraviesa México, la que genera esa sensación.

Porque, efectivamente, México atraviesa por múltiples crisis, empezando por la política, que bien se puede argumentar, con la poca popularidad del Presidente Enrique Peña Nieto, la falta de credibilidad en las figuras políticas, y los recientes y escandalosos casos de corrupción orquestados por gobernadores.

Enrique Peña Nieto y su equipo deberían reflexionar más a fondo el significado de la palabra «crisis», que no describe escenarios como los hollywoodenses, en los que la gente entra en pánico, huye despavorida y saquea centros comerciales en busca de víveres.

Aunque recientemente vivimos una situación similar, cuando inició el año junto con el primer gasolinazo, que provocó una serie de desajustes económicos, sociales y hasta culturales.

Económicos, porque el ajuste a las tarifas provocó la inflación más elevada en años; sociales, porque la gente actuó sin pensar y saqueó centro comerciales, a cambio de un pago o por seguir a la manada, y culturales, porque Trump vino de la mano del gasolinazo y, por primera vez, los mexicanos y los partidos políticos reagendaron su nacionalismo en los boicots a empresas extranjeras, cuando, hasta la fecha el malinchismo no apoyaba a los productos hechos en México.

Este el contexto que Peña Nieto describe como incertidumbre y no como crisis. No entiendo cuáles son sus parámetros lingüísticos para determinar que México no está en crisis, a pesar de los casos de corrupción y negligencia como los ocurridos en Veracruz, el estado que fue desfalcado por Javier Duarte y que se hizo popular en redes sociales, porque en sus hospitales colocaron placebos a niños con cáncer.

Tampoco comprendo sus aseveraciones semánticas, cuando, debido al gasolinazo, los transportistas han visto afectadas sus labores y se manifiestan con el propósito de que se ajusten sus tarifas, ya que no pueden costear los gastos de operación, lo que a la larga, provocará que el servicio sea más deficiente por la falta de mantenimiento.

Peña Nieto, el presidente más impopular en la historia mexicana, al igual que Donald Trump, asegura que hay voces que pretenden hacer quedar mal al gobierno, pero yo no creo que México padezca esquizofrenia, por el contrario, México se ha indignado hasta con la marcha políticamente correcta «Viva México», porque el país, sigue mostrando su inconformidad por este escenario crítico, en el que la política mexicana es su protagónico.

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