Javier Duarte aceptó ser extraditado a México.

Si algo quedó claro ayer fue que, ese Javier Duarte capturado el 15 de abril en Guatemala,  se quedó encerrado entre los barrotes de la celda donde ha estado preso, pues el sujeto barbón que ahora se presentó en los tribunales, con mayor volumen corporal y muy sonriente ante los periodistas, presume una turbia confianza que rasga entre lo fantasioso y lo desvergonzado.

Si bien Duarte, quien fuera detenido en la recepción de un hotel en Panajachel, se reservó su derecho a aceptar su extradición en su audiencia de primera declaración;  hoy mostró un semblante muy diferente al que observamos el 19 de abril, cuando se le veía molesto y evasor ante las cámaras.

Esa risa guasona con la que ingresó hoy a la Torre de Tribunales guatemalteca, pudo interpretarse como un bizarro guiño enviado a Miguel Ángel Yunes y al gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, al que calificó de «fallido», connotando que aquella vieja foto en la que, candidato y gobernador, aparecieran abrazados, ha quedado sepultada entre los escombros del pasado.

Así, con nuevo look y una espantosa actitud relajada, el veracruzano expresó: «Acepto la extradición que el gobierno de la administración actual, un gobierno fallido por cierto, está haciéndome en este caso», para enseguida solicitar, «de favorcito» al tribunal que las acusaciones formuladas por el gobierno de Veracruz en su contra sean reservadas, es decir, que no se dé a conocer de manera pública el contenido de las imputaciones.

Haciendo uso de una «lírica amenaza»,  Javier Duarte,  quien huyera de la justicia mexicana en octubre del año pasado, señaló que las acusaciones en su contra no están sustentadas, por lo que advirtió al nuevo gobernador de Veracruz que los delitos  incluidos en la solicitud de extradición “se caerán como un castillo de naipes”,  aunado a que “más temprano que tarde,  Yunes también ha de enfrentar las acusaciones que pesan en su contra”.

Como si fuera el protagonista de una película en la que el personaje ha sido traicionado por su propia gente, el veracruzano también se dirigió ante las acusaciones del gobierno federal (priista) y sin precipitarse expuso: “no es momento de adelantar acontecimientos”,  por lo que esperará la tercera audiencia a realizarse el 4 de julio.

A pesar de tales declaraciones, los pronunciamientos de las autoridades federales no han tenido contundencia, pese a que en los últimos tiempos han asegurado aplicar la ley sin importar que los acusados sean procedentes de sus filas partidistas, y por el contrario,  brillaron por su ausencia, dando paso a un perpetuo silencio que imperó desde el medio día.

Que Duarte se mantuviera en Guatemala permitió que este gobierno esquivara la presión pública de ejecutar un procedimiento judicial contra un producto del mismo PRI; sin embargo, ahora que uno de sus hijos ha vuelto a casa, veremos si como roncan, duermen,  eso sin considerar que aún están pendientes los casos Yarrington, Borge y el otro Duarte (César).

Volviendo, y finalizando, con la lírica amenaza del exgobernador de Veracruz, terminó el comunicado con un mensaje más para Yunes: «No hay tiempo que perder, vamos a México a enfrentarle».

Por: Edgardo V. L

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