Las cárceles de México están sobrepobladas y cada vez presentan más sucesos violentos dentro de ella. En este contexto, el Sistema de Justicia Penal Acusatorio decidió reformarse, lo cual ha provocado bastante polémica dentro de las instituciones gubernamentales a nivel federal, estatal y en la misma sociedad por la supuesta «liberación masiva de reos».
Lo anterior, se desato después de que el viernes pasado el jefe de gobierno de la Ciudad de México comunicará que iban a «soltar» a 4 mil reos debido a las nuevas reformas y por ello, la sociedad tendría que ponerse «abusada» para enfrentar la situación «con sus propias uñas». ¿Con esto habrá querido decir que como ellos no pueden, mejor nos avientan el paquetote a nosotros?
Esto desato dimes y diretes, porque el simple hecho de pensar en la liberación de miles de reos, (personas procesadas que por «algo» se encuentra en un lugar que supuestamente debe rehabilitarlos) desata la idea de un caos social, además de que comenzaríamos a vivir una violencia mayor a la que ya tenemos.
Pero con todo esto, ¿cuál sería la opción, seguir reformando el modelo o que las instituciones comiencen a profesionalizarse?
También hay que ser claros y enfatizar en que la cárcel no ha sido la mejor manera para solucionar los asuntos delictivos (por ser una de las instituciones más débiles que tenemos en nuestro país por su alto nivel de corrupción), ya que cuando alguien rompe alguna ley inscrita en la Constitución que nos ejerce, es ingresado con la «esperanza» de que lo rehabilitarán, pero esto no ocurre, los reos no reciben las verdaderas atenciones y capacitaciones que por ley deberían hacer y que por esto, sus derechos humanos se ven fragmentados, además de que con ello se llevan la esperanza de que exista su reinserción a la sociedad.
Hay que analizar y ser muy objetivos al pensar que tal vez que esta reforma tiene algunas bondades como lo son los escasos derechos humanos cuando se está en un proceso de aprehensión e investigación, además de que se busca tener mucha más transparencia, sin embargo, deja mucho que desear su nuevo catálogo delictivo, donde lo que en algún momento se consideraba delito grave, ahora será considerado como «no tan grave».
La teoría se escucha muy bonito, sin embargo, el problema y la crisis vendrá ahora que se lleve a cabo, visto que en el acto hay cosas que afinar para que no haya espacios de impunidad.
Esto nos vuelve a demostrar que nuestro estado de derecho se vuelve frágil y que tal vez las reformas o nuevas normas implementadas en este sistema judicial no son mala idea, simplemente la investigación que realizan los ministerio públicos y demás dependencias son muy deficientes. Por ello, lo que realmente se debería hacer es capacitar a los oficiales, jueces, policías, quienes son los encargados de ejercer la «poca» justicia que existe en nuestro país.
O en todo caso, si la sociedad no «encaja» en esta nueva reforma, se verán más casos en donde hacen justicia por su propia mano, como en la actualidad, añadiendo que la portación de armas sería algo normal. Hay que esperar como nos calientan la cabeza las instituciones, en lo que nosotros nos preparamos para recibir a nuestros reos con los brazos y casas abiertas.
Por Blanca Cortés
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