Fueron casi cuatro décadas las que Japón sometió a Corea del Norte. Todo inició en 1910 con la firma del Tratado de Anexión Japón-Corea, el cual propició que los nipones ocuparan la península para dejarles caer todo el rigor y nacionalismo posible; durante la ocupación, los japoneses aplicaron lo que denominaron la «política de asimilación», a través de la cual prohibieron la educación, el uso del idioma coreano y el trabajo periodístico.
ONU COMBATE LA REBELIÓN QUE SE CONVIRTIÓ TIRANÍA - FOTO: HIPERTEXTUAL

Fueron casi cuatro décadas las que Japón sometió a Corea del Norte. Todo inició en 1910 con la firma del Tratado de Anexión Japón-Corea, el cual propició que los nipones ocuparan la península para dejarles caer todo el rigor y nacionalismo posible; durante la ocupación, los japoneses  aplicaron lo que denominaron la «política de asimilación», a través de la cual prohibieron la educación, el uso del idioma coreano y el trabajo periodístico.

El denominado Imperio del sol naciente trató de borrar todo lo que oliera a coreano: asigno nombre japoneses a los coreanos y exhortó a muchos de sus ciudadanos a migrar hacia ese territorio. Esto se terminó cuando los países del eje fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial y fueron obligados a desocupar los países invadidos. El territorio se lo repartieron la URSS y Estados Unidos, los soviéticos se quedaron el norte.  Pronto el país se aprovechó de un disputa entre rusos y chinos para asumirse independiente. Así desde la década de los 70 las ideas Juche –autosuficientes, según la traducción más precisa – han imperado en ese lugar.

El imperio tomó forma y para el 2013  –cuando Kim Jong-un tomó el cargo se sintieron con la autoridad necesaria para dar un golpe sobre la mesa internacional y realizar su primera prueba nuclear. La siguiente fue dos años después, y desde el año pasado, han acelerado la marcha para tener ya seis ensayos de este tipo, el último de ellos fue el pasado 3 de septiembre.

Antes de esta última prueba, la ONU ya había tomado medidas y había sancionado al país asiático, pero a Pyongyang no le importó. Ahora se prohibieron las exportaciones textiles y se restringieron las entradas de derivados del petróleo. Esto sí le pegó al mandatario coreano, quien se pronunció al respecto y externó que se trata de acciones «despiadadas» y que Estados Unidos –principal enemigo del norcoreano– recibirá «el mayor dolor y padecimiento que hayan atravesado jamás en su historia». Una amenaza más a la larga lista que él y Trump han intercambiado en los últimos meses.

No obstante las limitantes comerciales que se le han impuesto, Corea del Norte ha enviado hierro, carbón y demás materias primas –con valor aproximado de 270 millones de dólares– a China y otras naciones;  incluso trafica con armas.  Además, Corea se apoya de uno de sus principales socios, China, para realizar exportaciones; de acuerdo con información del portal Quartz, algunos productos con la etiqueta «Made in China» provienen de territorio norcoreano. Más vale maña que fuerza dice la sabiduría popular.

Así las cosas, el panorama mundial sigue condenando la mentalidad norcoreana.  Esa mentalidad que se forjó tras sobreponerse a los malos tratos de los invasores japoneses pero que se torció con el tiempo, al sentirse autosuficientes. Veremos si ese amor propio no los lleva de nuevo al sometimiento, porque enfrente se encuentra el país que inicia guerras «por el bien del otro», porque la democracia debe de reinar en todo el mundo, dice el Tío Sam.

 

HOY NOVEDADES/EN BOGA