País de Muertos es una compilación de crónicas cuyo corazón descansa en el pilar del periodismo de investigación y la nota roja, se trata de una serie de retratos escritos sobre la impunidad asesina que existe en México, narrada a través de historias reales que devoran totalmente la ficción.
En un contexto de guerra declarada por Felipe Calderón, País de muertos presenta completos y destacados trabajos periodísticos de severos sucesos acontecidos en México, como La Tropa Loca, en Sinaloa, que narra la «hazaña» de un grupo de militares que abrió fuego contra una camioneta en marcha, en la que viajaba Abel Esparza Parra con su familia.
De contenido no recomendable para las buenas costumbres, dirían unos, el libro lanza advertencias desde su portada: la fotografía de un cuerpo cubierto con mantas blancas, cercado por un listón amarillo ondeando la leyenda «Precaución», como un primer llamado.
«No metan nuestra muerte en una sala de museo», es la línea lapidaria que acuña una segunda advertencia y, a la par, da el banderazo para comenzar un recorrido por los retratos más crueles y violentos de México, durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón.
Diversas son las circunstancias que envuelven los móviles del crimen, muertes a mano de la delincuencia organizada, incluso de las llamadas «Fuerzas Federales», actos vergonzosos, donde el gobierno en sus tres niveles no asume su responsabilidad y todo desemboca en heridos, decesos que se funden en una desorbitante cifra y sólo se reducen a eso: fríos números; sin embargo, no es lo mismo contar el número de muertos, que contar la historia de nuestros muertos.
En esta obra, coordinada por Diego Enrique Osorno, destacan nombres como Alejandro Cossio, Emiliano Ruiz Parra y Daniela Rea Gómez, es cincelada en cada línea y golpe por elementos que dan forma y nitidez a la crónica, tales como el modus operandi de los grupos narcóticos y gubernamentales, el impacto de poderosos calibres sobre la humanidad de civiles, el olor ferroso de la sangre, además del hedor a carne chamuscada y aflorada por balas expansivas.
«No metan nuestra muerte en una sala de museo»
En un contexto de guerra declarada por Felipe Calderón, País de muertos presenta completos y destacados trabajos periodísticos de severos sucesos acontecidos en México, como La Tropa Loca, en Sinaloa, que narra la «hazaña» de un grupo de militares que abrió fuego contra una camioneta en marcha, en la que viajaba Abel Esparza Parra con su familia; o la muerte del periodista Brad Will, en aquél coche entre policías de Oaxaca y miembros de la APPO.
También se relata la matanza del grupo católico Las Abejas, en Chiapas, y la carnicería desatada en Creel, Chihuahua, a manos del crimen organizado, sumado a historias de siniestros como el de la Guardería ABC, la discoteca News Divine y la explosión en la mina Pasta de Conchos.
Al no tratarse de una novela de ficción, el desenlace no existe, nunca hay castigo para los responsables, en pocas palabras, aquellas historias que País de Muertos ilustra dejan un rancio sabor a impunidad.
[Reseña]
Edward Hyde
HOY NOVEDADES/ENTINTADOS