Con el pretexto de hacer creer que los ciudadanos americanos sufren por las pocas oportunidades laborales, Donald Trump busca cualquier tipo de acción para generar retroceso en las políticas de estado en materia de migración, que habían alcanzado administraciones anteriores.

Por Josué Zarazua Solís

Correo: [email protected]

En estos tiempos, con la nueva orden ejecutiva emitida por Trump para «frenar» visas laborales de extranjeros, el magnate le vuelve a dar un duro batazo a México, al reformar el programa H-1B, que asigna, de manera aleatoria, 85 mil visas anuales a inmigrantes altamente calificados. El objetivo de esta nueva estrategia es evitar que las empresas del país desplacen a trabajadores estadunidenses y contraten a ciudadanos de otras naciones con salarios más bajos.

Con el pretexto de hacer creer que los ciudadanos americanos sufren por las pocas oportunidades laborales, Donald Trump busca cualquier tipo de acción para generar retroceso en las políticas de estado en materia de migración, que habían alcanzado administraciones anteriores.

Anualmente, alrededor de 700 mil migrantes se convirtieron en ciudadanos americanos por naturalización. Los países de origen de los que proceden los nuevos americanos son, de mayor a menor: México, Filipinas, India, República Dominicana y China, generando con ello una mano de obra naturalizada, a bajo costo, corriendo el riesgo de que desaparezca la opción de obtener la greencard o cualquier otro esquema de residencia en los Estados Unidos de América.

Mientras tanto, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) será más estricto al otorgar permiso a los peticionarios, pues rectificarán que su labor no desplace a trabajadores estadounidenses, por lo que, si antes éramos el patio trasero, ahora seremos la cancha chica que seguirá enriqueciendo a las diversas empresas extranjeras que adquieren grandes ganancias con las ventas de sus productos en nuestro país.

HOY NOVEDADES/EDITORIAL