Parece que Peña Nieto no se imaginó en la que se metía cuando, con miras a las elecciones del 2012, se paseaba por los foros de televisión y recibía piropos a diestra y siniestra en los actos de campaña electoral. Tal vez se le hizo fácil eso de ser el inquilino de Los Pinos y representar a nuestro país por todo el mundo. Sin embargo, los cinco años y cacho que van de su administración han sido más pesados que livianos. Su semblante ha cambiado y lo que inició como una aventura al frente del barco llamado México empezó a perder rumbo y ahora lo que quiere es que llegue diciembre para entregar el timón.
Hoy nuestro presidente declaró, palabras más palabras menos, que no le importa a quién le dejará el destino de la embarcación sino que lo que realmente le roba el sueño es «el bienestar del país y de las familias mexicana». Nos preguntamos si Peña Nieto se refiere a ese bienestar por el que tanto navegó contra viento y marea desde diciembre del 2012, ese que se cansó de asegurar mediante contratos firmados ante notario público y que, parece, se le olvidó entre tantas tormentas y mareas altas.
En realidad lo que tampoco tenemos claro es si en su declaración Peña Nieto intentó demostrar su preocupación por quién mantendrá el bienestar de los mexicanos o quién será el valiente que demostrará el significado de esa palabra en este país. Porque si él entiende por bienestar lo que viven millones de mexicanos a diario, el que está en otro barco es nuestro mandatario.
Aclaremos. No podemos decir que nuestra embarcación llamada México navega viento en popa cuando el Inegi dio a conocer el día de ayer que solo el 68 por ciento de los hogares en nuestro país tiene agua todos los días; no podemos sentirnos a salvo cuando un grupo armado interrumpe un sepelio en Zacatecas; no podemos sentirnos con rumbo cuando en Guerrero hombres con pistolas entran a una secundaria para robar celulares y rapar a estudiantes y profesoras.
No hay navegación tranquila si la inseguridad provoca fuga de capital, si la inflación prevista para este 2018 es de las más altas en los últimos años debido al aumento en los precios de frutas, verduras y energéticos. No hay ni habrá bienestar en este barco mientras los políticos sigan aprovechando los tiempos electorales como anzuelo para atraer votos y cortar las redes pesqueras del adversario.
Este barco que transporta a millones de mexicanos no tendrá estrella del sur que lo guie mientras sigan despareciendo tripulantes y las autoridades se empecinen en gritar verdades históricas que están tan turbias como el mar recién mezclado con petróleo tras el derrame de alguna plataforma.
Sí, el iluso capitán Peña Nieto se enfrentó a un mar abierto pensando que representaría un riesgo similar al que experimenta cuando se sube a su yate en alguna playa del Caribe. Vaya sorpresa que se llevó y que se llevaron las tripulantes que pensaron que su cara bonita y sonrisa de galán de telenovela le daban las aptitudes necesarias para llevar a buen puerto la nave.
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