La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de ir a Minatitlán el próximo fin de semana no es mala, sin embargo llega tarde. Su falta de sensibilidad ante los hechos hará que baje algunos puntos en los índices de popularidad que es, a su vez, el único sustento para que sus políticas puedan llevarse a cabo.
En su video para hablar sobre los hechos ocurridos en Veracruz el viernes pasado, dio más tiempo para hablar sobre «el cochinero» que le dejó la administración pasada, que en mostrar su apoyo a los familiares de las víctimas.
Posteriormente, en su conferencia matutina, abordó el tema pero de manera muy escueta. En esta ocasión aprovechó más el tiempo para levantarle la mano al gobernador de la entidad y adularlo en más de tres ocasiones. Tras su conferencia, como sucede con todas las que protagoniza desde Palacio Nacional, en la Ciudad de México, se esperaba una ronda de preguntas y respuestas, hecho que no sucedió.
Aunque los reporteros esperaban carearse con el presidente, tuvieron que quedarse con las ganas, puesto que el mandatario decidió romper el protocolo habitual. Poco más grave que esto, es el hecho de que los mismos miembros de la prensa no vieron mal sacarse una foto tras el evento, pues ¿Cuántas veces viene el presidente a Veracruz? ¿Por qué no darse el lujo de sacar provecho de su trabajo y fotografiarse sonriendo con el mandatario federal?
En la conferencia matutina, AMLO dijo que en seis meses la situación de violencia cambiaría. Hecho que se ve poco probable pues la lucha no se está haciendo frontal. Y no es que al igual que los youtubers pidamos la intervención de la Guardia Nacional cuanto antes, sino que no se han desarrollado políticas que permitan ir haciendo frente a los hechos de barbarie que aquejan a nuestro país desde hace varios años.
Sí, la situación es muy compleja, pero requiere de cabeza fría, de escuchar a los demás, a la población quien padece el contexto y, sobre todo, la crítica, pues de ella podremos sacar visiones de los hechos.
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