A 50 años de las manifestaciones estudiantiles que se suscitaron en la Ciudad de México y que lamentablemente terminaron en un 2 de octubre que nadie olvida, la tranquilidad en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue irrumpida por un grupo «porril», pues con diversas armas blancas atacaron violentamente a los estudiantes de esta institución.
Dicho acto de vandalismo se da como consecuencia de la situación actual en el CCH Azcapotzalco, en donde los estudiantes ejercieron su derecho de pedir mejoras en su escuela, no obstante, la exrectora de dicha unidad, María Guadalupe Patricia Márquez Cárdenas, decidió dejar su cargo con las manos sucias.
Pues, de acuerdo a algunos rumores de estudiantes de dicho campus, Márquez Cárdenas mandó a su defensa al grupo de porros del dicho CCH para comenzar una disputa con los estudiantes, pero no solo los de Azcapotzalco, sino con los demás.
Así fue como el porrismo llegó a las instalaciones de Ciudad Universitarias y desencadeno un paro de 48 horas en todas las instituciones de la UNAM, como son los CCH y preparatorias oficiales.
A lo largo del tiempo, toda institución educativa de nuestro país cuenta con la figura del «Porro», que por definición histórica es aquel individuo estudiante o no, que pertenece a algún grupo violento y que obtiene un sueldo alguna instancia gubernamental o partido político.
Será mito o no, pero lamentablemente siempre, en cualquier problema con «porros se encuentran diferentes personajes, entre ellos las autoridades universitarias, los partidos políticos o funcionarios públicos, por lo cual dichas agrupaciones no han sido desmanteladas a pesar de su descalificación.
Un claro ejemplo proviene de los años 90, cuando nació el grupo «porril» del CCH-Vallejo más violento y fuerte de la UNAM, quienes tenían una relación muy estrecha con el director del plantel de aquel entonces, Jesús Salinas, y con el Frente Juvenil Revolucionario del PRI, el cual era muy cercano a Roberto Madrazo.
Lamentablemente dichos actos han descalificado en la actualidad a los grupos de activistas estudiantiles, quienes enfrentan, por un lado los ataques de los porros, y por otro las campañas en su contra que crean las propias autoridades universitarias.
Lo anterior, debido a que los mandos estudiantiles gastan más tiempo, esfuerzo y dinero en mantener a dichos grupos para obtener beneficios, que en invertir en lo más importante, que es la educación en nuestro país.
Ahora, con lo que sucedió el pasado lunes, la Procuraduría General de la República comenzará a indagar sobre los porros que irrumpieron en la rectoría de CU, sin embargo, esperemos que la UNAM sea flexible en su aparato jurídico y apoye a las autoridades federales para desmantelar a los culpables.
Aunque, no olvidemos que para las autoridades universitarias, los grupos estudiantiles de «izquierda» siempre representarán mayor peligro que los grupos «porriles».
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