El golpe que recibió el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por parte del sexenio de Enrique Peña Nieto dejó a esta organización política en la lona y, por segunda ocasión, el gobierno federal en nuestro país no se vestirá de tricolor. En el 2000 le dio paso al azul y blanco por 12 años y ahora (el próximo 1 de diciembre) el guinda será el color que predomine. Por lo que ha llegado el momento para los priistas de volver a las bases en busca de un resurgimiento que le inyecte algo de fuerza y credibilidad para evitar el cambio de siglas.
El PRI quedó a la deriva y sin un lugar seguro en el cual refugiarse. El liderazgo de la sobrina de Carlos Salinas de Gortari parece momentáneo y esto hace lucir al partido acéfalo. Es por esto que en sesión extraordinaria el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) buscará nuevo liderazgo, ayer por la tarde se registraron los aspirantes con miras a que hoy por ahí de las 19:00 hora se tome la determinación.
Por lo menos durante los próximos seis años los reflectores y el ojo crítico estarán enfocados en lo que AMLO pueda o no hacer por el país. Así lo decidió poco más de la mitad de los mexicanos que votaron el pasado 1 de julio, cansados de la inercia tricolor de la cual el PAN se contagió. De tal suerte que el tricolor tendrá tiempo de planear el regreso al «trono».
Durante un sexenio el PRI buscará reinventarse o aceitar la maquinaria que luce obsoleta y a punto de jubilarse. En su convocatoria para elegir al nuevo presidente del CEN apunta que el partido está «comprometido con las causas de la sociedad», mostrando una cara al exterior de compromiso, ese que le hizo falta a Rubén Moreira, para mantenerse como secretario general.
O tal vez solo al exgobernador de Coahuila le urgía irse, aunque solo tuviera un mes en el cargo. En su lugar entró Héctor Gutiérrez Garza, exdiputado federal por Nuevo León, allegado a Manlio Fabio Beltrones, quien estuvo desaparecido por un tiempo y parece que ahora ha decidido volver a figuran en el mapa.
Es el momento de actuar y los priistas apelan a la ideología hindú para reforzar sus deseos de volver a gobernar. En este sentido ayer apareció el primer dejo de nostalgia al iniciar de manera formal la transición, esa que parece haber empezado desde la noche del 1 de julio. Peña Nieto y AMLO se reunieron acompañados de sus respectivos gabinetes para empezar a coordinar la sesión de la banda presidencial. La suma de este tipo de eventos nos deja ver el cambio que se está generando, no sabemos si éste será solo de forma o también de fondo.
Veremos si el PRI entendió que todo tiene un límite (incluso la paciencia del pueblo mexicano) y se propone sacudir sus cimientos ilegales e impunes llenos de amiguismo y compadrazgo en la búsqueda de credibilidad, o se conformará con mantener la sangre de Atlacomulco como guía. No es que visualicemos un tricolor con disputas estilo PRD pero si no se endereza el camino, el orden de las letras «P», «R» e «I» sí que podrá cambiar
HOY NOVEDADES/EN BOGA