El primer año completo de la llamada Cuarta Transformación deja un vacío difícil de entender y explicar. Por un lado la división de «ideologías» quedó más marcada que nunca, pese al llamado de la unidad nacional; mientras que por otro lado las promesas y las cifras siguen siendo manipuladas al antojo de quien desee usarlas: la oposición —desde luego— ve como un fracaso, en todos sentidos, el 2019; la 4T afirma haber sentado las bases para la «regeneración» del país.
Si bien es cierto que —así la llama él— la herencia que le dejaron las administraciones pasadas resultó ser más complicada de lo que nos imaginábamos, los retos emprendidos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador han dejado pocos dividendos, incluso, consiguió superar cifras ya de por sí alarmantes relacionadas con la inseguridad y la economía nacional.
Hablar del año más violento en la historia del país y del nulo crecimiento económico no es poca cosa, de ahí que la oposición mantenga sus esperanzas de regresar al poder en esas dos líneas, olvidándose de la corrupción, llamada por AMLO el mayor de los males, y de personajes como Miguel Ángel Osorio Chong, Miguel Ángel Mancera, Felipe Calderón, Genaro García Luna, Vicente Fox, Enrique Peña Nieto, Rosario Robles, Manuel Bartlett y Eduardo Medina Mora, señalados por su posible participación en desvíos de dinero público.
Está por demás mencionar que los mexicanos esperan se ponga fin a la violencia e inseguridad que se vive en prácticamente todo el territorio nacional y para conseguirlo, el Gobierno federal ya puso en marcha a su arma clave, la Guardia Nacional, es decir, todo lo que ocurra en adelante será completamente responsabilidad de la 4T, pues ha logrado (con mayoría en el Congreso de la Unión) allanarse el camino para la aprobación de leyes fundamentales en el proyecto de nación del presidente Obrador.
En materia económica, esperamos que los inversionistas —como lo auguró Carlos Slim— confíen en las bases sentadas por la 4T, que los proyectos como el Tren Maya y Santa Lucía provoquen una importante generación de empleos y derrama económica que tanta falta le hacen al sureste de México.
Para 2020 queremos que la unidad nacional se convierta en una realidad, lejos de las ideologías político-religiosas y más allegadas al presente sangriento y cruel del país, esperamos y deseamos más que nunca terminar con las manifestaciones de odio impropias de una sociedad en desarrollo, pues la historia reciente de México es de por sí ya difícil como para sostener a una población dividida y enfrascada en disputas estériles.
Algunos analistas decían —y decían bien— recientemente: «AMLO no es México», con justa razón. Este país no es uno o cuatro partidos políticos; tampoco expresidentes, funcionarios, religiones o pensadores. En 2019 la nación que cohabitamos cumplió 500 años de comenzar a formarse, con ese encuentro entre dos culturas que atrajo toda la historia que hoy conocemos, aunque también con un enfrentamiento de pensamientos que hasta nuestros días no ha logrado escribir el punto final de su discusión.
Esos son nuestros deseos para 2020…
HOY NOVEDADES/EN BOGA