México se alista para el Paro Nacional 9M, un ensayo de lo que podría pasar si la violencia de género en el país no retrocede.

México se alista para el Paro Nacional 9M, un ensayo de lo que podría pasar si la violencia de género en el país no retrocede.

Como parte de la Jornada Universitaria por la Igualdad de Género, la Universidad La Salle presentó la ponencia «Radiografía de la Mujer Mexicana 2020», en la cual se dieron cita expertas en política, educación, equidad de género, filosofía, criminología y derecho, para abordar la importancia del movimiento feminista, el Paro Nacional 9M y los múltiples retos que enfrentan las mujeres para realizar sus actividades diarias en el país.

Para la doctora Artemisa Montes, experta en economía política, la exclusión de las mujeres tiene sus orígenes desde la cuestión productiva, lo cual nos remonta miles de años en el pasado y en donde las mujeres eran las encargadas de contribuir a la «reproducción de la mano de obra», es decir, de la crianza y desarrollo de nuevos integrantes de las sociedades que, tarde o temprano, se convertirían en las manos que harían trabajar las tierras.

«Teníamos que mantenerlas en el espacio de lo privado, para garantizar una reproducción constante y (en términos económicos) óptima de esa fuerza de trabajo; empero, mantener a las mujeres  dentro de la casa las alejaba del espacio público donde empezaron a construirse la toma de decisiones y el poder», precisó la académica.

Desde entonces —continúa Artemisa Montes— comenzaron a desarrollarse los que ahora conocemos como «estereotipos de género», pues se consideraba que las viudas y huérfanos conformaban la población más vulnerable, dado que no podían valerse sin la ayuda de un hombre, mientras estos últimos dominaban el espacio público, una idea que prevaleció hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando diversos grupos de mujeres decidieron «asaltar» dichos espacios que por cientos de años les fueron negados.

«Si lo ponemos en términos económicos, las mujeres pagamos un costo cada vez que salimos al espacio público: el acoso (en todas sus dimensiones). “Qué haces tú aquí”, “regrésate a tu casa”; esa es la parte cultural que está arraigada», y en gran medida se da porque la brecha de género, en lugar de estrecharse, se está ampliando, pues según el último estudio del Foro Económico Mundial refiere que México pasó del puesto 98, en 2006, al puesto 124, en 2019, en la materia.

Parte esencial del Paro Nacional 9M es visibilizar que «las mujeres ya estamos en el espacio público»; mientras que la periodista Ana Karen del rotativo El Economista calcula que habrá una pérdida de al menos 26 mil millones de pesos, no obstante, si se suman las actividades no remuneradas (trabajo en el hogar), «le tendríamos que sumar unos 11 mil millones más».

Otro de los factores presentes en las manifestaciones de las mujeres en México es la referente a las políticas públicas promovidas en México, por ello, la doctora Lourdes López, especialista en sociedad y educación, hizo hincapié en la necesidad de pensar en leyes y programas que no piensen en un hombre o mujer homogéneo: «tenemos que tener en cuenta las diferentes condiciones y contextos; además de pensar en indicadores intergénero e intragénero», es decir, que se reconozca que entre las mujeres existe infinidad de características múltiples que necesitan resultados apropiados para cada una de ellas.

En ese sentido, la especialista en filosofía, Julia Muñoz, recordó la importancia de reconocer la interseccionalidad en materia de discriminación, pues miles de mujeres no solo son violentadas por su género, también por su origen étnico, su color de piel y estrato social, entre otras características: «por eso es que el feminismo, si no se apoya en este concepto de interseccionalidad, puede replicar modelos de represión».

Otro de los factores esenciales para la sociedad, mencionó Muñoz, es distinguir las diferencias entre machismo y misoginia: el primer término más enfocado a una serie de estereotipos que pueden o no estar presentes en cada individuo; mientras que el segundo hace referencia a un sistema en el que todos estamos inmiscuidos y que históricamente ha favorecido a los hombres.

«Cuando la perspectiva de género está mal entendida se va a equiparar únicamente con temas que tienen que ver con mujeres y sus derechos; pero es más que eso, tiene que incluir el tema de la construcción de masculinidades y como la estructura misógina no solo ha perjudicado a las mujeres, sino también como afecta a los hombres: la perspectiva de género tiene que darnos esos lentes con los cuales podamos apreciar esos problemas».

Huelga decir que México enfrenta un escenario complicado en demasía respecto a la violencia de género, pues más de 10 mujeres son asesinadas a diario, por lo que la psicóloga y criminalista Diana Jiménez sugiere el análisis de, cuando menos, tres factores indispensables: el acto criminal, el autor material y el contexto social.

¿Cómo se origina un agresor o un feminicida?

Una víctima, indica Jiménez, suele ser elegida de acuerdo a ciertas vulnerabilidades detectadas por su agresor: edad, nivel socioeconómico y características psicológicas, muchas de ellas desapercibidas por el grueso de la población, «pero no para el victimario». En cuento al agresor: «modus operandi, firma y motivaciones» suelen estar presentes en la mayoría de los crímenes.

«En México se asesina mujeres porque se puede. No es posible que sepamos de un caso y en unos cuantos días sepamos de otro caso tan fuerte; además existe un acto patriarcal que no solamente incluye a hombres, también mujeres e instituciones, siendo tan sutil que no lo detectamos».

Si bien, México cuenta con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la doctora en Derecho Alma Guadarrama considera

imprescindible entender que no se trata de un acto aislado: «en un conjunto de actos que incluso pueden llegar a la muerte», pues en enero de 2020 se registraron 19 mil 183 llamadas de emergencia por motivos de violencia contra la mujer, de las cuales solo se abrieron 8 mil 168 carpetas de investigación.

«De ahí que sea necesario agilizar los procedimientos para atender las llamadas de emergencia por violencia de género y una forma de hacerlo es capacitar a los funcionarios públicos en perspectiva de género para evitar la impunidad o la no determinación de delitos, como en el caso de feminicidio. Por otro lado, la creación de centros de reeducación para hombres que son violentadores contra las mujeres, tal como ya sucede en el Estado de Oaxaca y la Ciudad de México con el proyecto Pilares».

Por su parte, la doctora Claudia Pedraza habló sobre lo importante de reconocer la magnitud del «Movimiento Feminista», sobre todo en los medios de comunicación, pues el mensaje que están enviando es engañoso: se hace pensar que se trata de una «movilización» que surgió hace pocos años y cuyo objetivo es salir a pintar monumentos, cuando en realidad lleva más de 300 años gestándose y la presencia de las mujeres en las calles, exigiendo sus derechos, datan de, cuando menos, un siglo de historia.

«Las mujeres han hecho mucho más que salir a las calles (…) pero han sido las tecnologías de la comunicación las que permitieron mayor visibilidad al Movimiento Feminista; además de conjuntarse con el hecho de que la mayoría de estas tecnologías son utilizadas mayoritariamente por mujeres jóvenes, es decir, mujeres en edades escolares».

Fue gracias a las nuevas tecnologías de la información, señala Pedraza, que las agresiones contra mujeres comenzaron a unirse en un fin común, la protesta y exigencia de hacer valer sus derechos fundamentales, a través de convocatorias y movilizaciones en redes sociales que congregaron cada vez a un mayor número de asistentes a las manifestaciones en la vía pública, que, como  comentó Artemisa Montes, ha sido un lugar históricamente negado para las mujeres.

Aunque el Paro Nacional 9M representará, quizá, uno de los mayores logros históricos en la batalla por visibilizar la violencia de género en México, lo cierto es que las políticas públicas y la aplicación de la ley en el país están aún en una dirección diferente, pues tal como lo mencionó la doctora Jiménez, «muchos feminicidios pudieron detenerse, pues había denuncias por violencia y los Ministerios Públicos no hicieron nada. No es suficiente estar peleando ciertas leyes o derechos, cuando estas no están funcionando en el campo».

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