Las redes sociodigitales han cambiado la manera de informarnos, debido a que las nuevas generaciones solo abren Facebook o Twitter y ya tienen acceso a lo que acontece en ese mismo instante.
La posverdad se puede definir como las mentiras con rasgos de verosimilitud que llegan a crear una realidad ficticia que entremezcla la información con las emociones.
La sociedad ha cambiado su manera de informarse: Antes acudían al puesto de periódico o esperaban cierto horario para ver el noticiario en la televisión. Ahora, ese ritual ya no es lo mismo pues la mayoría prefiere las nuevas tecnologías de la información: redes sociales.
El acceso a las redes sociales, o como al doctor en sociología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Raúl Trejo Delarbre, le gusta llamarle: redes sociodigitales, ha cambiado la manera de informarnos, debido a que las nuevas generaciones solo abren Facebook o Twitter y ya tienen acceso a lo que acontece en ese mismo instante, pero ¿realmente se estarán informando?
Es necesario aclarar que no por postear una foto en Twitter con una versión inmediata de los hechos, significa que sea lo que realmente sucede, puesto que nosotros estamos en un momento específico y no sabemos el contexto en el que sucedió el acontecimiento. De igual manera, no todos los contenidos en dichas plataformas son verosímiles o tienen el enfoque correcto.
Como consecuencia, las redes socioidgitales funcionan como una «cámara eco»[1], pues generalmente en estas miramos, seguimos o buscamos lo que nos gusta y, por ende, escribimos o compartimos lo que otros esperan ver de nosotros, pues nos brinda seguridad al saber que no podrán cuestionar nuestro punto de vista.
Por ejemplo, en Facebook, usualmente tenemos agregados a personas o amigos queya conocemos en persona, ignorando a los demás que no forman parte de nuestro círculo social. En Twitter sucede algo similar, seguimos a personas, actrices o periodistas con los cuales nos identificamos, de acuerdo con nuestras tendencias ideológicas o partidarias, pues queremos saber o conocer solo lo que nos interesa. Si soy de izquierda no sigo la página del PAN y si le voy al América no seguiré a las Chivas, ya que me encontraría con algunos post contrarios a mis preferencias.
¿Alguien tendrá la verdad absoluta?
Esto me remite a «El mito de la caverna» de Platón, en el cual, dicho filósofo plantea que la verdad es independiente a nuestras ideas, ya que describe cómo una situación ficticia ayuda a entender la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, además de cómo nos movemos a través de ellos.
En la actualidad dicho planteamiento tiene semejanzas con el término posverdad. De acuerdo con el prestigioso diccionario de Oxford, dicha palabra se define como el fenómeno que se produce cuando los «hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales».
Por ello, el diccionario la nombró como la palabra del año en 2016, sin embargo, el término posverdad fue usado por primera vez en un ensayo de 1992, por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich, titulado «The Nation», pues al escribir sobre el escándalo Watergate y la Guerra del Golfo, expresó: «Nosotros, como pueblo libre, hemos decidido libremente que queremos vivir en algún mundo de posverdad». Doce años después, en 2004, el término comenzó a enfocarse en el ambiente político cuando el periodista estadounidense, Eric Alterman, acuñó «presidencia de la posverdad», con base en un análisis de las declaraciones engañosas del gobierno del expresidente George W. Bush, posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001.b
En ese mismo año, el sociólogo Colin Crouch utilizó el concepto «posdemocracia» en su libro Post-democracy para dar cuenta de un modelo de política en el que «las elecciones ciertamente existen y pueden cambiar los gobiernos», pero «el debate electoral público es un espectáculo estrechamente controlado, gestionado por equipos rivales de profesionales expertos en técnicas de persuasión, considerando una pequeña gama de temas seleccionados por esos equipos».
En palabras propias, la posverdad se puede definir, básicamente, como las mentiras con rasgos de verosimilitud que llegan a crear una realidad ficticia que entremezcla la información con las emociones, al tiempo que reproduce conjeturas, falsedades y creencias, como las ya famosas Fakenews.
Por ello, el término se extendió fuertemente durante las campañas para la elección presidencial de 2016 en los Estados Unidos y el referéndum de 2016 sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
Las redes sociodigitales han sido un brincolín para que la posverdad siga siendo protagonista, pues otro problema que encontramos en ellas es que los usuarios replican los mensajes sin cerciorarse qué tan cierto es el contenido difundido, lo que nos lleva a definir a la audiencia como usuarios y no como lectores, esto es respaldado por las diversas estadísticas de Facebook y Twitter, que indican que el usuario no entra a la página para leer la nota el tiempo en el que se encuentra es menor al tiempo promedio que se necesita para concluir el texto.
Un claro ejemplo de esta nueva «verdad» son los spots y las guerras sucias que se dan en tiempos electorales. Claramente podemos usar el polémico tema de la nave industrial de Ricardo Anaya, en el que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) informó que dicho negocio podría implicar lavado de dinero, sin embargo, el precandidato de Por México al Frente se deslinda de las acusaciones.
Aquí, observamos que la ASF ha creado una realidad en torno al terreno vendido de Anaya, muy distinto al que él mismo expone de acuerdo con un contrato. ¿Quién dice la verdad? La respuesta estará en la investigación, mientras tanto se le tacha de corrupto y él asegura que se le han creado conjeturas y falsedades.
Lo mismo sucede con la «posible» injerencia de Rusia en los próximos comicios de nuestro país, por ello, los diversos medios de comunicación se han dedicado a replicar la información de las redes sociodigtales, mientras que otros tantos lo han tomado como base para una investigación.
Pero ¿qué piensan de los debates que realizarán los presidenciables? Ahora que comiencen las campañas se dedicarán, en su mayoría, a ser empáticos con los ciudadanos y retomarán temas «emotivos» para buscar que los espectadores olviden su historial corrupto y se enfoquen en «las nuevas propuestas».
¿Creen que la canción de Movimiento Ciudadano tenga como base la posverdad? Que mejor herramienta emotiva que un grupo de niños mostrando el futuro de un país ¿no?
Además, no olvidemos que el modelo de la industria publicitaria de la comunicación también ha desatado una crisis de confianza y deshonestidad que están ampliamente relacionados con la política.
Estos hechos, sin confirmación, han dado mucho de qué hablar en las redes virtuales, pues gracias a las réplicas de los usuarios, han logrado colocarse en tendencia, sobre todo en Twitter, plataforma que han ocupado para difundir noticias antes que los medios de comunicación tradicionales, lo cual ha dado pie a que cada quien realice una interpretación del mensaje con menos de 300 caracteres como base informativa.
Dicha interpretación del mensaje me remite al caso del ataque terrorista que realizó Khalid Masood, cuando empotró su furgoneta contra la valla del Parlamento británico y causó la muerte de cuatro personas y decenas de heridos. De aquí surgió una fotografía en la cual se observaba a una mujer que pasaba por un puente, hablando por teléfono, junto a las víctimas que se encontraban gravemente heridas.
La imagen, compartida más de mil veces, causó una ola de comentarios negativos en las redes, pues arremetieron contra la mujer y la acusaron de caminar «indiferente» ante los hechos, sin embargo, el fotógrafo Jamie Lorriman, quien capturó el instante, salió a defensa de la mujer, ya que la condenaron de manera inapropiada sin conocerla y sin saber que ya había ayudado a varias de las víctimas mientras cruzaba por el puente, después de ello, realizó la llamada.
Estos son algunos ejemplos de la relevancia que han ganado las redes sociodigtales, las cuales se han vuelto la plataforma para las primicias de todos los acontecimientos a nivel mundial, pero también ha sido contraproducente debido a que comienzan a informar sin contextualizar y los usuarios pasivos e ingenuos replican la «noticias» sin confirmarla antes.
Es por ello que los medios de comunicación tradicionales aún no desaparecerán, como muchos especialistas en la rama lo han predicho, pues aunque no sea en todos los casos, los expertos en periodismo aún indagan y contextualizan hasta entregar la noticia correcta con base en hechos y contextos verdaderos, dejando a un lado la rapidez e inmediatez que las redes sociodigitales demandan.
Además, nosotros, como usuarios o lectores, debemos ser más demandantes y observar más allá de los que nos postean, no creer todo a la primera, poner en duda lo que leemos e investigar más sobre el tema, sin olvidar que las redes sociodigitales nos ayudan a tener mejor comunicación, pero no tienen la verdad absoluta.
[1] En los medios de comunicación de masas, una cámara de eco es la descripción metafórica de una situación en la que la información, ideas o creencias son amplificadas por transmisión y repetición en un sistema «cerrado», donde las visiones diferentes o competidoras son censuradas, prohibidas o minoritariamente representadas.
Por: Blanca Cortés
HOY NOVEDADES/LIBRE OPINIÓN