César J.G.
El expresidente Felipe Calderón Hinojosa tomó muchas decisiones que han repercutido de gran manera en la vida del país. La primera de ellas, al igual que muchas otras, la seguimos pagando, y de ella se derivan los miles de muertos que dejó su guerra contra el narcotráfico, aunque él niegue que haya usado el término «guerra».
Una segunda decisión de gran relevancia, se dio en el 2008, cuando, a pesar de que una gran parte de la población se manifestara en contra de ella y se desmantelara uno de los más grandes sindicatos de México para abrir una paraestatal al mercado privado ―mutando de Luz y Fuerza a Comisión Federal de Electricidad―, los diputados aprobaron la reforma energética.
En esta reforma, se modificaron tres artículos, el 25, referente al desarrollo sustentable y propiedad de áreas estratégicas; el 27, relativo a la propiedad de tierras y aguas, así como de su transferencia. De igual forma, el 28, concerniente a los monopolios y subsidios.
A pesar de ello, Felipe señaló que esta reforma que propuso, se había quedado corta y como vio que entró así nada más, como no queriendo, se aventuró a decir que, con el fin de conseguir recursos y reestructurar otra paraestatal (Pemex), era necesario llevar a cabo una reforma que contemplara de lleno al petróleo.
Fue así que, luego de que tres presidentes fracasaron en la implementación de una reforma de este tipo, Enrique Peña Nieto, por fin, pudo dar el zarpazo y modificar la ley, luego de 110 horas de discusión en la cámara de senadores, fue aprobada, sin cambios, con 90 votos en favor y 27 en contra.
Desde entonces, el presidente y algunos de sus partidarios se preocuparon por defender a capa y espada dicha reforma, sin embargo, esto trajo descontento social. Los políticos se llenaban las barbas de demagogia a favor del presidente, y este, a su vez, señalaba que «asumirían el costo político».
Esta reforma, no pensada para el bien de la ciudadanía, derivó en que el precio de la gasolina, principal molestia de la población, se determinaría por tres elementos. El precio internacional del petróleo, contra el cual, el producto nacional no podría competir, ya que la calidad, costos de transporte y en general de infraestructura, no dan para cubrir la demanda de los grandes países que requieren este producto.
Otro factor determinante es el que habla, precisamente, de infraestructura de traslado y el más preocupante, el tipo de cambio del peso frente al dólar.
Todo este rollo político, deriva en que en estados como Puebla, surjan grupos, casi cárteles de lo energético, quienes, de manera muy organizada, identifican tuberías de la paraestatal para extraer hidrocarburos y, posteriormente, venderlos a menores costos, haciendo de esto, un servicio a la comunidad.
Ante la carencia de recursos, en algunos municipios de Puebla, Hidalgo y otros estados, la población ve en los huachicoleros una forma de vida, ya sea extrayendo los hidrocarburos o transportándolos.
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