EL REY DE LAS RATAS
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El mundo que nos rodea está lleno de fenómenos increíbles que nos brinda la naturaleza, una aurora boreal, los eclipses de sol o las increíbles lunas de enero, esas que tienen tanto significado en la cultura china y que marcan su inicio de año, en este caso el 4715 dentro de su cronología.

Dentro de estos fenómenos maravillosos que se dieron a lo largo de millones de años y sin ayuda de alguna intervención divina, la vida en la tierra se abrió paso con pequeños microorganismos unicelulares, que al pasar del tiempo, mucho tiempo, comenzaron a adaptarse a los distintos terrenos, salieron del agua, adaptaron su vista, el cuerpo, dejaron de arrastrarse y evolucionaron en las miles de especies que habitan en el mundo. Muchas de estas especies ya están extintas porque así es la naturaleza. Charles Darwin, científico y naturalista británico, dejó uno de los legados literarios más maravillosos que se hayan escrito para la humanidad –No, no es la Biblia–; me refiero a «El Origen de las Especies», texto en el que en el que aborda la idea de la permanencia de algunos grupos de animales que lograron bien adaptarse a su entorno: La evolución mediante la selección natural.

Dentro de este mundo de animales existe uno en particular: La rata.

De acuerdo a la definición de la Real Academia Española  (RAE), es un mamífero roedor, de unos 36 cm desde el hocico a la extremidad de la cola… cabeza pequeña, orejas tiesas, cuerpo grueso, muy fecundo y voraz.

Dentro de tantos sitios que existen en la web de cosas «raras», hay un artículo en el que se lee sobre «El espeluznante rey de las ratas». El mito de esta historia  viene de Alemania, en donde se creía que un grupo nutrido de roedores se juntaban para formar un enorme y nauseabundo animal, que era dirigido por el líder de la camada, el rey.

Más adelante se descubrió, que más allá que ser una historia para asustar niños, el famoso «Rey de las ratas» era una realidad. En efecto eran roedores que al convivir tanto tiempo juntos en un reducido espacio, inevitablemente terminaban unidos porque sus largas colas se enredaban unas con otras, y sumado a la suciedad y la sangre, aquello se volvía imposible de separar.

Al leer sobre este desagradable espectáculo de la naturaleza, lo primero que vino a mi mente fueron las imágenes de tantos y tantos representantes políticos que existen en México.

Sobre todo ahora que se acercan las elecciones de 2017 y las federales de 2018, salen actores por todos lados queriendo ganar la simpatía del pueblo con promesas, entrega de obras, sonriendo y muy peinaditos; hablan sobre la paz política que se vive en el país, analizan alianzas entre otras fuerzas políticas, sin importarles que durante años hayan sido contrincantes, y que durante años se han desacreditado de las peores maneras posibles. ¡Que si el tráfico de influencias! ¡Que si hubo fraudes! ¡Que si la compra de votos! Eso ya no importa, las fuerzas de derecha, las que desde el siglo pasado se enfrentaban a las de ultra derecha, ahora hacen alianza con las de izquierda. Es un revoltijo de ideologías, donde el que menos importa es el ciudadano al que se va a gobernar.

A los votantes, ya lo saben, se les convence con promesas y asegurando «Mi gobierno no los va a olvidar como lo han hecho los anteriores, ahora si las cosas van a ser diferentes».

Pero lo que realmente vale, en las altas esferas del poder, ese que embriaga y que toca las cifras más sensibles del cuerpo humano, es preservarlo, y para poder lograrlo no importa a  cuantas personas se defraude, se debe mantener con uniones inverosímiles, legales e ilegales, hasta donde se llegue, siempre buscando que el resultado sea el esperado. «El verdadero rey de las ratas».

Iván Fajardo Calles

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