Septiembre 19, el día negro para Mancera.
A seis meses del sismo que destruyó la carrera de Mancera rumbo a la presidencia, éste abandona la nave y buscará refugio en el Senado de la República.
Después de seis meses del segundo sismo acontecido en septiembre de 2017, el mismo que destruyó varios edificios de la Ciudad de México y terminó por causar graves daños a muchos otros, los afectados siguen siendo numerosos, el plan de reconstrucción quedó corto, hay intriga respecto a la repartición de recursos públicos y el Jefe de Gobierno abandonará la nave para buscar el fuero de una curul en el Senado.
Las historias de pérdida de viviendas, familiares y patrimonios llenaron las noticias de los principales diarios nacionales, historias conmovedoras e inventadas que recorrieron las pantallas a lo largo y ancho del país, visualizando la parte más humana de una sociedad golpeada por segunda vez en menos de medio siglo.
Aún recordamos los puños levantados: sinónimo de silencio, una imagen de respeto y empatía en los capitalinos que hoy se usa como un elemento más de una mala campaña electoral, digna de cualquier partido político que busca hacer suyo el dolor y la miseria del México más necesitado y convertirlo en votos a su favor, dinero sucio y carente de moralidad.
Hace seis meses la tierra ofendió a los capitalinos, les recordó el terror que sus padres sintieron 32 años atrás, el mismo día, 19 de septiembre, un punto negro en el calendario que a base de siniestros ha logrado su permanencia en los sentimientos y los temores de los mexicanos.
Sin embargo, no fueron los habitantes los únicos golpeados por el terremoto, Miguel Ángel Mancera, todavía mandatario capitalino, vio ennegrecidas sus posibilidades para subirse a la contienda por la presidencia de México, el temblor lo enraizó en la ciudad que tanto quería dejar. Los trabajos de reconstrucción lo hicieron ponerse a trabajar y mirar cómo la banda presidencial se alejaba, al menos seis años más.
Los puntos críticos de la CDMX colapsaron, mientras las autoridades ostentaban la ayuda y la rapidez de las organizaciones federales; los afectados reclamaron la falta de apoyo, enaltecieron la organización civil y vieron cómo los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) se repartían con tintes electorales. La Ciudad de México se convirtió en el escenario de la contienda electoral sobre los escombros de los damnificados por los sismos.
A la par de las exigencias de los capitalinos, la Comisión para la Reconstrucción de la CDMX se desmoronaba, su titular y dos integrantes, Ricardo Becerra Laguna, Mauricio Merino y Katia D´Artigues, anunciaron su salida, argumentaron irregularidades en el manejo de los recursos públicos. Fue Merino quien señaló puntualmente a los diputados Leonel Luna, Mauricio Toledo y Jorge Romero, de tener secuestrado el dinero para la reconstrucción.
Poco importó a Mancera estas acusaciones, pues las elecciones de 2018 estaban en puerta. Al tiempo que la comisión sufría de credibilidad, comenzaron las precampañas en la ciudad, mismas que enfrentaron a sillazos y piedras a presuntos simpatizantes del PRD y Morena. Cuando muchas personas vivían en albergues, el gobierno capitalino se preocupaba por quien sería su próximo edil, de qué color sería y cuáles eran sus propuestas.
Desde luego, el tema del 19/S no pasó desapercibido para los candidatos, se pelearon por los recursos, como hoy se pelean por el agua en Iztapalapa, en la ciudad donde todo lo que parece importar a la clase política es conservar el poder, la gente sigue viviendo en un lugar que no es suyo, en condiciones de inseguridad no aptas para el capital económico de la ciudad más importante del país y a la espera de programas completos, que les garanticen reconstruir sus viviendas, volver a sus hogares y tener la certeza de habitar un sitio con las normas idóneas para una zona sísmica.
Después de pelearse con Dante Delgado, presidente de Movimiento Ciudadano, quien osó dar su punto de vista sobre los candidatos de la coalición Por México al Frente, Mancera decidió bajarse del barco a la presidencia, no obstante, aceptó ser el aspirante para una curul en el Senado; el PAN lo colocó en la lista plurinominal, como número dos, detrás de Josefina Vázquez Mota, por lo cual deberá dejar su cargo al frente de la CDMX al final de marzo.
Se va Mancera, pero la reconstrucción continúa, los afectados acusan no solo falta de recursos, también falta de estudios de suelo que les garanticen reconstruir sobre terrenos seguros:
«No puedo reconstruir porque en mi terreno tengo cuatro grietas y un socavón, sin embargo, ayer vino Maribel Zamora, coordinadora territorial de Iztapalapa, y me dijo ‹ya construye, ya les dieron el dinero del Fonden› ¿Cómo crees? le respondí», afirmó una afectada de esa demarcación al diario Excélsior.
Como esa historia hay muchas, pues el gobierno de la ciudad ha argumentado que deben ser los afectados quienes contraten a especialistas para los estudios del suelo, pero ¿con qué dinero? acusan estos, y aseguran que es un deber de las autoridades, a la par exigen un censo definitivo y confiable de los damnificados.
Empero, antes de abandonar su cargo y con ello dejar desamparados a los capitalinos, a la espera de que el próximo edil de la capital haga las cosas correctamente, Mancera anunció que la reconstrucción tardará al menos cinco años más, los cuales seguirán transformándose en incertidumbre, en exigencias y promesas electorales: muchas de ellas terminarán solo impresas en la propaganda que utilizará una vez más la necesidad humana como moneda de cambio para gobernar una ciudad que intenta levantarse.
Con todo y sus matices, donde lo mismo vemos ostentosos corporativos y extensos territorios de siembra, marginales y poco desarrollados, la Ciudad de México seguirá siendo el centro de la actividad económica del país, con o sin Mancera, con el Jefe de Gobierno del partido que sea, los damnificados de este último septiembre 19, aún desde los escombros y los campamentos improvisados, continuarán buscando recuperar al menos una parte de todo lo que el sismo les arrancó.
Eso solo en la CDMX, los daños y las exigencias se incrementan cuando a nivel nacional se habla, pero esa debe ser otra historia…
Por Ernesto jiménez
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