EL SONIDO GALLO NEGRO Y SU «CUMBIÓN MÍSTICO»

Por Christian Arrieta

Sábado 1 de abril, 21:45 horas, locación: Centro de Convenciones Tlatelolco. El Festival Gozadera se encontraba en su momento de culminación, previo al platillo fuerte, que sería llevado por el señor Ramón Rojo y su reconocimiento en el escenario por sus 50 años de sonidero.

En tanto, en el escenario Gozadera, se encontraba uno de los grupos más esperados del evento: Sonido Gallo Negro, quienes mantenían a sus seguidores, a la expectativa, mientras ajustaban sus instrumentos con los que desatarían todo el furor de la cumbia.

Los espectadores esperábamos el momento en el que los acordes comenzarían a manipular nuestros pasos; fanáticos del grupo, asistentes que querían bailar una cumbia, «la vieja escuela» que se encontraba presente para disfrutar de la cumbia, todos, atentos al momento en el que iniciarían su performance.

Un servidor tomó un pequeño receso del vertiginoso día dentro del festival, en el backstage, cuando, en ese mismo espacio, se encontró con personal del staff de Sonido Gallo Negro, quienes hacían lo propio, en ese momento, recibió un «ritual de iniciación» para escuchar al grupo.

La banda inició con la rola «La Patrona», canción que hace alusión al rito de La Santa Muerte, caracterizados con máscaras afroantillanas y con su cuerpo esquelético, los cuales, desde un inicio, atraparon a los asistentes, quienes fueron fascinando cada vez más, mientras avanzaban las notas musicales.

Fue entonces cuando todo dio un giro de 180 grados y de cumbia, el sonido cambió por momentos a garaje punk, con pasajes psicodélicos que sólo pueden ser alcanzados mediante los riffs de una guitarra acompañada de un sintetizador.

La conjunción del ritmo agradó a propios y extraños, los asistentes que tenían mayor edad por un momento observaban al grupo, pero de manera casi inmediata movían la cabeza y los pies.

En tanto, Sonido Gallo Negro culminaba con su primera melodía y casi de inmediato, el devenir del día a día de la idiosincrasia mexicana se hacía notar en sus sampleos, como muestra, su melodía «El Mercado de los Brujos» en la que, con apoyo de la mencionada psicodelia, llevaba a los asistentes a recorrer los pasillos de los mercados en busca de un remedio hecho por los denominados «brujos».

Regresando al recinto, luego del viaje en la búsqueda por una cura para callos y tos, el grupo tocó «Amansaguapas», seguido de «Alfonso Graña» y «Danza de los Diablos», que hizo bailar a muchos y aseguraba una noche que casi cerraba el festival con uno de los mejores eventos realizados durante el día.

La agrupación continuó por una hora más con melodías como «La Pollera», «Sway», «Vírgenes», «Chamula», «Runa», «Bocanegra», «Sta Barbara», entre otras con solos de guitarra propios del garaje rock,  acompañados de timbales, guiros y punteos de bajos propios de cumbias y mambos, sin embargo, también estuvieron presentes, en todo momento, los sintetizadores y el theremin que hizo a más de uno llevarse una sorpresa.

«Un cumbión místico», esa es la frase más certera con la que se podría denominar a esta propuesta fundada en la Ciudad de México en el año 2010, que se ha presentado en festivales como Gozadera, Vive Latino, así como otros festivales musicales de países europeos.

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