‹SOSPECHOSISMO› DEL REGRESO DE DUARTE A ESCENA

Continúan las denuncias contra Javier Duarte, exgobernador del estado de Veracruz, ahora con el argumento, según Miguel Ángel Yunes, actual mandatario estatal, de que, desde 2011, se realizaron quimioterapias placebo a niños con cáncer.

Actores políticos y la Santa Inquisición de las redes sociales ya lo condenaron: no hay ser más deleznable que él, actualmente. Es el ser más repudiado, comparado con otros personajes que la semana pasada habían captado la atención con frases como: «¿Ustedes qué hubieran hecho?», «Se acabó la gallina de los huevos de oro» o «No hay de otra, carnal. El que tenga auto, que lo mantenga».

La atención nuevamente ha girado en torno, de actos de corrupción, realizados por el ahora prófugo de la justicia y buscado por la Interpol, Javier Duarte, pero esto, es sólo un botón de muestra de lo que está sucediendo a nivel nacional, desde los gobiernos locales, hasta (se presume) los federales.

Tanta ha sido la cacería de brujas por parte de las nuevas administraciones que asociaciones de exalcaldes han salido en defensa de los mismos, como es el caso de Puebla, en donde la  Asociación Nacional de Ex Alcaldes Humanistas ha condenado los actos de persecución política en contra de los exediles.

Cabe señalar que la asociación es de cepa panista, lo cual muestra que, como dice el dicho «en todos lados se cuecen habas».

A más de 90 días de la supuesta desaparición pública de Duarte, el sospechosismo no cesará y se dirá que, de nuevo, resurgió el tema del exgobernador como una posible cortina de humo, pues si algo es cierto, la gente ya no confía en sus gobernantes.

Basta con ver las últimas declaraciones emitidas por personajes como el exsecretario del trabajo, durante la administración de Felipe Calderón y ahora senador del PAN, Javier Lozano, cuando le preguntaron acerca de renunciar a la mitad de su salario.

El funcionario, dijo que no lo haría: «Yo vivo de esto, esa demagogia de decir con mucho gusto doy la mitad de mi salario, ¿y luego?, ¿a robar o qué?».

Parece ser un círculo vicioso, en el cual los representantes no se solidarizan con el sentir del pueblo, que al final son quienes los colocan en los puestos para dirigir al país, sin embargo, ante mayores denuncias de actos de corrupción en México, parece que lo único que hacen es llenar sus arcas personales y huir lo menos agraviados posible.

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